La Armada ha recibido este jueves el submarino S-81 ‘Isaac Peral’, en una entrega que supone «un hito histórico» con el que España entra en el club de la decena de países con capacidad para diseñar y construir submarinos.
«Damos un paso de gigante en este programa y hoy nos sentimos particularmente orgullosos de nuestra Armada», ha declarado la ministra de Defensa, Margarita Robles, sobre un programa S-80 que supone el mayor reto industrial y tecnológico afrontado nunca por la industria de defensa nacional, ya que un submarino es un sistema diseñado para operar autónomamente en un entorno muy hostil durante largos periodos de tiempo, por lo que requiere conocimientos altamente especializados en disciplinas diversas.
El presidente de Navantia, Ricardo Domínguez, ha señalado que «la entrega del primero de estos submarinos es un éxito de la excelencia en el aspecto técnico, pero también de otros valores y principios que están en la base de todo desafío: la colaboración, la confianza en nuestra capacidad, el esfuerzo y la voluntad de superación».
Este proyecto supone todo un reto para nuestro sistema de ciencia y tecnología y un hito inversor importantísimo por parte del Gobierno de España, de 4.000 millones entre 2018 y 2032.
Tras el S-81 llegarán otros tres sumergibles que se encuentran en diferentes grados de avance, todos ellos bautizados con nombres de pioneros de la navegación submarina: el S-82 ‘Narciso Monturol’, el X-83 ‘Cosme García’ y el S-84 ‘Mateo García de los Reyes’.
Un submarino de capacidades únicas
Con una eslora de 80,8 metros, un diámetro de 7,3 y un desplazamiento de casi 3.000 toneladas, el S-80 tiene capacidades únicas entre los submarinos no nucleares de la OTAN.
Por su alto nivel de automatización puede operar con una dotación de solo 32 personas y está capacitado para misiones antisuperficie, antisubmarinas, ataque a tierra, operaciones a diversas profundidades, operaciones especiales y de evacuación de personal civil, recopilación de inteligencia o disuasión.
El Programa S-80 supone un salto tecnológico sustancial frente a su predecesor, el S-70, ya que va a contar con un Sistema Integrado de Control de la Plataforma y un Sistema de Combate que, al mismo tiempo que permiten elevar su grado de automatización, reducen notablemente el número de personas necesarias para operar el submarino.
Este proyecto ha supuesto el mayor reto para la construcción naval española hasta la fecha. La dotación ha llevado a cabo un riguroso proceso de formación, adiestramiento y certificación durante todo el proceso de las pruebas de mar que le permite conocer en profundidad la plataforma, de modo que el submarino pueda ser operado con seguridad, tanto en superficie como en inmersión.