Imagine viajar a la isla griega de Andros para bucear sobre sus aguas turquesas, deleitarse de su naturaleza submarina y encontrarse con una capa de basura de siete metros de profundidad en una zona bautizada como vertedero ilegal desde hace no se sabe cuándo y que contenía una mezcla de fango, plástico, redes de pesca y rocas.
Es lo que ocurría en la zona hasta hace menos de un mes, antes de que Gravity Wave actuara allí para retirar, ni más ni menos, que 100.000 kilos de basura marina compuesta principalmente por plástico y redes de pesca.
La acción en pro del medio ambiente es obra de la labor de un equipo español –que cada vez aglutina a más personas de todo el mundo– que se propuso en 2019 cambiar el mundo a través de un proyecto de emprendimiento social para generar un impacto positivo en el planeta. De ahí nace Gravity Wave, que rescata plásticos y basura del mar para después convertirla en muebles y materias primas, funcionando a medio camino entre una ONG y una start-up.
Aunque ya llevan unos cuantos trabajos a sus espaldas, quizá la retirada de basura en esta isla de Grecia haya sido la más espectacular. «Todo surge porque nos dimos cuenta de que había un vertedero ilegal en lo alto de una montaña en la isla de Andros. Es un vertedero que ya hace años denunció Leonardo Di Caprio como embajador de las Naciones Unidas y nadie había venido para pasar a la acción», nos cuenta Amaia Rodríguez, cofundadora de Gravity Wave.
«Había muchas denuncias, pero nadie venía a recoger todo esto. Cuando nos dimos cuenta, mandamos a unos buzos a inspeccionar la zona: se metieron en la bahía en una operativa complicada porque a la zona solo se puede llegar en barco. Grabaron todo lo que estaba sumergido, además de todo el residuo que hay en la playa».
«Vimos que era una locura», exclama. «Estimábamos que había en torno a 200 o 300 toneladas de plástico sumergido». Y se pusieron manos a la obra: «Queríamos hacer algo importante para el Día de los Océanos [8 de junio]. Nos vinimos aquí y organizamos una grúa que iba en un barco gigante en una plataforma. También trajimos un equipo de buzos profesionales, porque era superimportante que los buzos supiesen bien cómo gestionar el tema de la basura. Y, además, vinimos gran parte del equipo de Gravity Wave para recoger en la playa, mientras los buzos y el barco grúa iban sacando todo el plástico del mar».
En total, más de 50 personas con las manos «en la masa», durante cinco días sin parar de recoger todo el plástico de la zona «para después marcharse la basura en camiones hasta Atenas para poder reciclar lo que podamos reciclar. Creemos que va a ser complicado porque estamos sacando plástico de muy mala calidad, totalmente degradado por el sol, la sal y el tiempo que lleva allí, pero esperamos conseguir en torno a un 30 o 40% de plástico reciclado», subraya.
«Ha sido una operativa impresionante. Hemos movilizado a muchísima gente, hemos trabajado sin parar y sobre todo concienciando a muchísima gente a nivel España e internacional», detalla Amaia Rodríguez. Y es que Gravity Wave no ha trabajado sola, lo ha hecho de la mano de Enaleia, sus partners en Grecia, con una red de pescadores tradicionales a los que se les compensa económicamente por cada kilo que recogen.
Lo interesante, en este caso, no es solo recoger lo que ya hay, sino evitar que vuelvan a verse imágenes como estas: «Estamos trabajando con el ayuntamiento de la isla de Andros para implementar un sistema de gestión correcta de los residuos para que esto no vuelva a pasar».
Cada año, explican desde Gravity Wave, millones de toneladas de plástico son arrojadas a los océanos del mundo, causando un grave impacto en la vida marina y en los seres humanos. En el Mediterráneo, entre 600,000 y 1.3 millones de toneladas de plástico se arrojan anualmente, y el 94% de las muestras de agua recolectadas contienen microplásticos. La presencia de plásticos en los sedimentos marinos ha aumentado un 10% desde la década de 1980.
En nuestro poder está que esto no siga sucediendo. Por eso, iniciativas como esta seguirán luchando por un mar más limpio. ¿Y su siguiente reto? El puerto de Alejandría, en Egipto, uno de los países que más plástico vierten al Mediterráneo.