Nautik Magazine

Qué está haciendo el transporte marítimo para ser más sostenible

Los actores del sector del transporte marítimo reconocen que ha llegado la hora de teñir de verde el océano.

No, nadie va a echar colorante al agua. No es el Día de San Patricio en la ciudad natal de FourKites. Más bien, la industria está empezando a lidiar con los residuos y la contaminación creados por el transporte marítimo, con sus buques fuertemente cargados alimentados por lodos sulfúricos. Los líderes del sector y los legisladores con visión de futuro reconocen que estas externalidades no son sostenibles, ni para el medio ambiente, ni para las empresas, ni para nadie. Por ejemplo, a principios de este año, la nueva normativa del Indicador de Intensidad de Carbono (ICI) de la Organización Marítima Internacional (OMI) ha empezado a exigir a los cargadores que midan la eficiencia con la que un buque transporta mercancías o pasajeros, con umbrales cada vez más estrictos hacia 2030.

Así pues, el transporte marítimo está empezando a mejorar. Pero no hemos hecho más que empezar a erosionar el iceberg de la contaminación oceánica y será necesario un esfuerzo de todo el sector para conquistarlo. Aunque muchas navieras están invirtiendo en nuevos combustibles bajos en carbono, tecnología de reducción de emisiones y buques más limpios, aún queda mucho camino por recorrer para que el océano sea más ecológico. Desde las nuevas tecnologías hasta las estrategias logísticas innovadoras, he aquí algunas formas en que el sector está trabajando para abordar la sostenibilidad en el transporte marítimo.

Mejorar la medición de emisiones

Cada vez más, las empresas obtienen un informe completo de sus emisiones –incluidas las de alcance 1, 2 y 3– y trabajan para reducirlas con el tiempo. Esto se debe tanto a una mayor reglamentación, como las normas CII de la OMI, como al aumento de las innovaciones y al interés general por la sostenibilidad.

Es un progreso, pero no es perfecto. Por ejemplo, muchos de los cálculos de emisiones actuales sólo tienen en cuenta el peso, sin considerar otros factores, como si un buque dispone de sistemas de depuración de gases de escape que reducen el azufre o si navega lentamente por el océano para mantener bajas las emisiones. Sin un conocimiento completo de sus emisiones, los esfuerzos de las empresas por atajarlas pueden resultar ineficaces.

Y aunque muchas empresas cumplen la normativa y manifiestan su interés por reducir las emisiones, su compromiso financiero es menos entusiasta. Muchas aún no han realizado la inversión necesaria en equipos, tecnología y conocimientos humanos para superar realmente este obstáculo.

Lento, constante y preciso

Aunque los buques más antiguos pueden equiparse con dispositivos para reducir las emisiones, muchos cargadores han descubierto que la solución más rápida es ir más despacio. Según Danish Ship Finance, un descenso del 10% en la velocidad de crucero puede reducir el consumo de combustible en casi un 30%.

La práctica parece funcionar bastante bien. En lugar de cruzar el océano a toda velocidad y permanecer anclados hasta el momento de la descarga, los buques pueden tomarse su tiempo y llegar justo a tiempo, ahorrando combustible y dinero en el proceso. De hecho, durante la congestión del año pasado, los puertos de Los Ángeles y Long Beach hicieron que los buques que llegaban lo hicieran más despacio si sabían que estarían parados una vez que llegaran.

Por supuesto, esta estimación «justo a tiempo» sólo es tan precisa como los datos que utilizan los buques de carga para calcularla. Con los datos históricos y la evaluación comparativa, estos barcos pueden tener una visión mucho más precisa de sus carriles, el porcentaje de trayectos que llegaron a tiempo frente a los que llegaron por debajo o por encima del tiempo previsto, y otros datos que les ayuden a mantener sus trayectos lo más lentos y fluidos posible.

Evitar el despilfarro de carga

Una normativa reciente que ha funcionado es la declaración de masa bruta verificada (VGM) del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS), que obliga al transportista a pesar la carga antes de embarcarla.

Esto importa mucho cuando se trata de residuos. Antes de que la normativa entrara en vigor en 2016, los transportistas a menudo simplemente adivinaban el peso de un contenedor, lo que significaba que los buques no siempre se cargaban de manera uniforme en cada lado. Cuando un buque inclinado se encuentra con mar gruesa, los contenedores llenos de mercancías valiosas pueden deslizarse.

Hoy en día, la tecnología está haciendo aún más para ayudar a los cargadores a evitar este tipo de desperdicio. Los indicadores inteligentes actuales pueden controlar la inclinación de un barco, así como la temperatura del refrigerador (especialmente importante cuando hay retrasos), la condensación, el impacto y otros factores que podrían provocar el deterioro y los daños de la carga.

Adopción de nuevas tecnologías

Desde tecnologías de navegación autónoma y automatizada hasta combustibles alternativos y tecnologías de misión de escape, el sector está floreciendo con soluciones de nueva generación que ayudarán a marcar el comienzo del transporte marítimo ecológico. Incluso se están recuperando algunas ingeniosas soluciones de última generación, como las velas.

Por supuesto, todas estas nuevas tecnologías tienen un coste. Yara tiene un carguero de emisiones cero que es precioso y prometedor, pero todavía no es una opción asequible para todas las empresas del mundo. Sin embargo, debemos fijarnos en los patrones históricos de tecnologías similares –en particular, los coches eléctricos– para ver qué nos depara el futuro; a medida que seguimos captando economías de escala, los coches eléctricos se están haciendo asequibles y omnipresentes. Es una señal alentadora de lo que está por venir.

Tomar la ruta sostenible

El viaje será largo y no estará exento de mares agitados. Pero, desde innovaciones apasionantes hasta normativas esenciales, el transporte marítimo se encamina lentamente hacia la sostenibilidad. Esta tendencia se ve espoleada por la creciente inclinación de los clientes más concienciados a invertir su dinero en alternativas más ecológicas, lo que quizá sea la motivación más poderosa de todas. En conjunto, el sector va camino de hacer que el océano sea mucho más ecológico.