Australia ha protagonizado una de las mayores hazañas de la vela de alta competición de este año, al ganar el Gran Premio de Dubái de SailGP, contra todo pronóstico, en una increíble segunda jornada.
Tras las tres primeras carreras del sábado, un abatido Tom Slingsby aspiraba, como mucho, a salvar los muebles, en esta segunda oportunidad el domingo. Ayer llegó a confesar que «ni siquiera pensaba» en alcanzar la final a tres, a la que accedían los tres primeros clasificados sumando los puntos de las seis carreras repartidas entre sábado y domingo. Ayer, Australia había finalizado en octava posición, tan solo por delante de España.
Pero apenas 24 horas más tarde, el ganador de las dos primeras ediciones de la liga SailGP (y que llegaba Dubái como líder de la clasificación en la actual temporada) admitió ante la prensa que «todavía no sé lo que ha pasado», después de que Australia se metiera en la final tras una extraordinaria remontada en las tres carreras celebradas a primera hora de la tarde en el emirato árabe. Además, para rematar la jugada, Australia ganó la final contra todo pronóstico, ya que Francia, con una salida majestuosa, encabezó la final con ventaja hasta la quinta puerta. Ahí, con una maniobra completamente inesperada, fue adelantada por Gran Bretaña y Australia, en ese orden. Pero Reino Unido también cedió de forma inesperada, pese a pasar en primera posición la sexta puerta.
«Hace dos horas decíamos: ‘Vale, solo tenemos que salvar esta prueba, no perder demasiados puntos con respecto a los kiwis [el equipo neozelandés, que le seguía, hasta hoy, cediendo tan solo cuatro puntos], asegurarnos de que Reino Unido y Francia no nos adelanten en la general, y conseguir salvar un resultado decente’ –decía Slingsby al finalizar el campeonato– y luego hemos pasado de la octava posición a la primera en un par de horas. Todavía no sé cómo ha sucedido», dijo eufórico el australiano tras levantar el trofeo.
La improbable victoria de Australia ha sido la culminación de la que, posiblemente, haya sido la jornada más loca de la breve historia de la SailGP, en la que los bicampeones comenzaron el día en la octava posición de una flota de nueve barcos. En las dos primeras carreras del domingo lograron avanzar posiciones, pero incluso después de una victoria en la quinta carrera, figuraban en sexta posición antes de la última regata de flota del día.
En ese momento solo tenían la improbable oportunidad matemática de saltar a la tercera posición y clasificarse para la final a tres, pero solo si una secuencia de acontecimientos poco probable se ponía a su favor. Esa pequeña esperanza fue todo lo que necesitaron, ya que Australia se aprovechó de ello después de que Nueva Zelanda recibiera una penalización de cuatro puntos por chocar con Suiza cuando los dos barcos se disputaban la posición hacia la línea de salida en los instantes previos al comienzo de la quinta carrera.
Slingsby y su equipo se lanzaron al ataque y terminaron dos puestos por delante de sus rivales neozelandeses en la sexta regata, superándoles en puntos y saltando al tercer y último puesto que daba acceso a la final. El Reino Unido fue el mejor barco a lo largo del fin de semana y Francia, que ganó la sexta etapa de la liga SailGP, celebrada en Cádiz en septiembre, mantenía la forma y superaba a Australia durante casi todo el campeonato de Dubái.
En la final, a falta de dos balizas, la carrera estaba en manos de Francia, pero una sorprendente maniobra en el penúltimo viraje hizo que los tres barcos invirtieran sus posiciones, cambiando la regata en un instante, de lo que parecía un orden de llegada Francia-Australia-Reino Unido, a un orden de llegada Reino Unido-Australia-Francia. Pero aún quedaba un giro final y Australia obtuvo una velocidad superior antes de rodear la última baliza. Algo pasó en un parpadeo y el legendario navegante Sir Ben Ainslie cometió un raro error en la trasluchada y cedió el liderato a una incrédula Australia, que se hizo con la ventaja y cruzó la línea de meta en primera posición.
El error de Ainslie fue tan grave que Gran Bretaña acabó cruzando la línea de meta en tercer lugar y Francia se hizo con la segunda posición en medio del caos. Deportivamente, Ainslie se abrazó a Slingsby mientras ambos intentaban explicar a los medios de comunicación lo que acababa de suceder en una de las mejores regatas de vela que se pueden ver.
España, por su parte, mejoró enormemente el papel de ayer. En la primera carrera de hoy quedó en séptima posición. En la segunda tuvieron una salida excelente que les situó en segundo lugar, pero un problema en su sistema hidráulico les hizo ir perdiendo posiciones hasta finalizar la manga en el quinto puesto. La pequeña avería se subsanó pero hizo que el comienzo de la tercera carrera se retrasará unos minutos. A partir de ahí, lo que vino después fue asombroso: en los movimientos previos a la salida, el barco español se situó en último lugar… Pero había un pequeño espacio por el que ir recto y, mientras los otros equipos tenían que «frenar» para no ser penalizados por cruzar antes de tiempo la línea imaginaria de salida, el barco español aceleraba desde atrás a tope y se puso en primera posición desde el primer momento, un lugar que ya no abandonaría hasta cruzar la meta.
Al acabar, el rostro de Jordi Xammar no tenía nada que ver con el de ayer: con su primera victoria en competición real había demostrado que el primer puesto alcanzado en los entrenamientos no era un espejismo y que este equipo, el de edad media más joven de todo el campeonato, tiene mucho futuro por delante. La próxima etapa, la octava del total de 11 de que consta la temporada, se celebrará en Singapur los próximos días 14 y 15 de enero de 2023. Y el equipo español –que va a octavo, con 22 puntos y seis de ventaja sobre el último, Suiza, y 17 por detrás del sexto, Estados Unidos–, ya ha aprendido muchas cosas nuevas en Dubái. La más importante: que pueden ganar a cualquiera. A todos.