Dicen que uno de los mejores momentos de un barco es el día que lo compras y el día que también lo vendes. En mi caso no fue así, el día que vendí el barco fue una de las sensaciones más tristes que recuerdo. 

Desprenderme del Olivia, el barco que había navegado durante 15 años por el Mediterráneo, un Swan 40 del 1994, diseño de German Frers, que he disfrutado cada milla recorrida, que ha visto crecer a mis hijos y ha sido cómplice de su pasión también por el mar y donde he pasado grandes momentos a bordo fue muy duro. 

Un barco con pedigree, rápido, sólido y muy seguro, que con los años era muy consciente que reemplazarlo no iba a ser tarea fácil. Por suerte, en el Mediterráneo es donde existe una mayor oferta de barcos de vela de esloras comprendidas entre los 40 y 60 pies del mundo. Además, Mallorca, donde yo resido, es uno de los hubs más importantes del mundo en el sector náutico y, por tanto, un lugar idóneo para encontrar barco o para hacer cualquier tipo de refit.

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