¿Pero quiénes están en esta lista de Forbes, basada en datos del sector, de la industria, análisis de Nielsen y demás expertos?
En el primer puesto está PewDiePie con 12 millones de dólares a través de los 40 millones de suscriptores de su canal. Estos ingresos, sin embargo, parten de contratos publicitarios, apariciones públicas y patrocinadores. En el segundo lugar están Ian Hecox y Anthony Padilla, de Sacramento, en Estados Unidos. Ellos, con la impresionante cantidad de 33 millones de suscriptores,han amasado 8,5 millones de dólares gracias a vídeos de humor y de videojuegos, todos ellos en varios idiomas (inglés, francés y español). Casi nada. De hacho, han lanzado su propia película, la cual se puede descargar en iTunes.
Los terceros son dos niños, dos hermanos, para más señas. Benni y Rafi Fine (Fine Brothers) han alcanzado la cifra de 8,5 millones de dólares con unos simples vídeos de reacciones basados en grabaciones de jóvenes mientras ven videojuegos y otros documentos gráficos de otra generación. Han ganado un Emmy y son clave en el canal Nickelodeon.
El caso de Lindsey Stirling es algo diferente, pues tocando el violín de una manera peculiar ha conseguido hacerse famosa -y cuidado, que la fama puede ser barata- después de haber sido rechazada por las discográficas. Esto sucedió en 2007, desde entonces, Stirling grabó sus propias performances en un canal que hoy ostenta el número de 7 millones de usuarios, otorgándole unas ganancias de 6 millones de dólares. Con 4,5 millones de dólares están los ingenieros Rhett McLaughlin y Charles Lincoln (Rhett & Link) que, después de salir de sus respectivos trabajos, dedicaron su tiempo a parodiar ciertos programas de la televisión estadounidense, atrayendo a casi 4 millones de suscriptores y a las marcas Toyota o Gillette, entre otras.
Similar al caso de Lindsey Stirling, el británico KSI (Olajide “JJ” Olatunji) se ha hecho popular por, además de comentar videojuegos mediáticos del momento, su single Lamborghini, el cual ha llegado a las listas de éxitos de Reino Unido y a la cifra de los 4,5 millones de dólares.
Pero no todo son videojuegos y canciones. También existe una amplia variedad de plataformas dedicadas al maquillaje. Su máxima representante es Michelle Pan, que con sus recomendaciones estilísticas gana 3 millones de dólares. Siguiendo con las youtubers femeninas, Lilly Singh ha manejado su riqueza (2,5 millones de dólares) gracias a parodiar a famosos y a sus padres, quienes viajaron de la India hasta Canadá. Sus shows en directo han recorrido 27 ciudades y sus localidades se agotan en pocas horas.
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Las bromas de cámara oculta también tienen su hueco. Roman Atwood, con 7 millones de suscriptores y una fortuna de 2,5 millones de dólares, se ha labrado una carrera en el show business mediante las bromas pesadas que realiza para sus seguidores. Marcas como Nissan no han querido perder la oportunidad y han explotado su imagen.
Llegando al final, Rossana Pansino se ha cubierto de gloria -en el mejor sentido de la expresión- haciendo postres frikis y tutoriales de cocina. 2,5 millones de usuarios la avalan, amén de sus artes culinarias y su propia popularidad.
Detrás están Germán Garmendia (24,5 millones de usuarios) y ElRubius (Rubén Doblas) con 14 millones de suscriptores. No obstante, es más fuerte y potente la industria de esta nueva oleada de personajes en Estados Unidos que en los países de habla hispana. De todas formas, y como ya se ha comentado, los tiempos cambian y estos jóvenes, le pese a quien pese, pueden ser los que ahora firmen autógrafos a los hijos y sobrinos. Simplemente manejan una industria que se rinde a sus pies y arrojan miguitas de pan al gran gigante económico. ¿Por cuánto estarán dispuestos a venderse? Nunca se sabe, pero lo que está claro es que no dejan indiferente a nadie.