10 claves para disfrutar de un buen whisky

Decía Mark Twain que “lo que no cura el whisky, no tiene cura”, así que puestos a curarnos en salud, es mejor elegir bien a la hora de disfrutar de un trago de este licor. Actualmente existen en el mercado infinidad de referencias de este destilado de cereal fermentado, alternativas para todos los bolsillos y paladares. Por eso es interesante prestar un poco de atención a ciertos puntos que nos permitirán escoger y paladear un whisky con más precisión.

10 claves para disfrutar de un buen whisky

Tipos. Al margen de la marca y de su procedencia, los ingredientes y el proceso de elaboración empleados para obtener un whisky hacen que existan numerosos tipos a descubrir: el escocés (entre los que se distinguen los populares single malt y blend), el irlandés, el de centeno (o Rye), el Bourbon, el Tennessee… Es interesante ir probándolos todos (con calma) para observar las diferencias y poder descubrir nuestro favorito. Empezar por un single malt no es mal principio.

10 claves para disfrutar de un buen whisky

La etiqueta. Más allá de su diseño, ésta nos ofrece toda la información necesaria a la hora de decidirnos por una u otra botella, desde la ubicación de la destilería a la graduación alcohólica, la edad del destilado o el tipo de barricas empleadas.

10 claves para disfrutar de un buen whisky

La edad. Los años no son un factor determinante, pues existen casos de whiskies viejos poco recomendables. Sin embargo, sí resulta una referencia a tener en cuenta a la hora de hacer una primera selección. La mayoría de los especialistas apuntan a que el whisky suele alcanzar su plenitud entre los 10 y los 12 años. Por el contrario, al rondar los 25 es probable que empiecen a perder cualidades.

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Temperatura. Al margen de que luego se le añada hielo o agua, el whisky que vayamos a beber debe estar siempre fresco, entre los 10 y los 18 grados, sin llegar a tener nunca la sensación de que esté algo tibio.

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Tiempo. Después de elegir con tanto detalle lo que vas a beber no es cuestión de echárselo a la garganta de un trago en plan vaquero en el saloon. Tómate el tiempo necesario para observar, oler, paladear, incluso para escuchar el tintineo del hielo (caso de ponerlo) en el vaso. El ritual adecuado incrementará la experiencia.

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Boca. Llega el momento de beber, pero no como quien echa un trago de agua. Toma el sorbo justo para que el destilado pueda impregnar la lengua, el paladar, la lengua y las mejillas. Mantenlo un poco en la boca antes de tragarlo, suavemente.

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Agua. Obviando la opción del refresco, nos quedaremos con que un buen whisky podemos tomarlo solo, con hielo o con un poco de agua. Si bien el hielo es muchas veces la forma predilecta, son bastantes los bebedores de whisky que no la recomiendan por acabar arruinando el destilado (la opción para enfriar la bebida sería usar las piedras congeladas que no sueltan agua). Tomar el whisky con unas pocas gotas de agua es, no obstante, la alternativa más recomendable, al suavizar el impacto del alcohol en nariz y boca, además de liberar e intensificar los sabores y olores, lo que facilita que podamos disfrutar mejor de todos sus matices.

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Precio. Podemos llegar a gastar cantidades importantes para hacernos con un whisky verdaderamente excepcional, pero si queremos empezar poco a poco a descubrir este mundo, existen numerosas referencias de alta calidad por precios comprendidos entre los 30 y los 60 euros. En cualquier caso, a la hora de escoger, no olvidemos nunca que nuestro hígado, más incluso que nuestro paladar, agradecerá un producto de primera calidad.

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