Alan Levinovitz, profesor en la Universidad James Madison, que estudia la intersección entre la religión y la medicina y que escribió el libro “El gluten miente”, dice que, esencialmente, se reduce a una mezcla de la psicología y de cambio en el comportamiento. En el libro contiene entrevistas a Peter Gibson, el profesor de la Universidad de Monash de gastroenterología que ayudó a escribir en 2013 el estudio que concluyó que el gluten como problema en personas no celíacas, probablemente, no existiera. Gibson asegura que la verdadera razón por la que muchas personas eliminan el gluten de sus dietas es porque se sienten más sanas.
“Me he dado cuenta de esto con miembros de mi propia familia”, afirmó Gibson a Levinovitz. “Se dieron cuenta de que estaban comiendo una gran cantidad de alimentos procesados, comidas rápidas y que, básicamente, no estaban comiendo bien. Culpar al gluten es fácil, pero se puede señalar un centenar de cosas que están haciendo sentirse mejor”, aclara Gibson.
Pero esto puede ser una píldora difícil de tragar. “Cuando se trata de la sensibilidad a los alimentos, las personas son muy reacias a cuestionar sus auto-diagnósticos”, escribe Levinovitz. “Nadie quiere pensar que los beneficios que experimentaron de una dieta “gluten free” puedan ser psicológicos”.
Además de eso, conectar todo lo que hemos comido con los síntomas físicos es increíblemente difícil. Los estudios han demostrado que no sólo tenemos problemas para recordar lo que comimos o cuándo nos lo comimos, sino que también somos malos jueces de lo que es saludable y lo que no. Lo mejor, consultar a un médico y alejarse del auto-diagnóstico.