Los envíos de whisky escocés se han reducido casi una cuarta parte en 2020, el nivel más bajo de la década. Esto ha supuesto para las destilerías una pérdida de ventas de 1.100 millones de libras.
La Covid-19 ha sido la gran culpable de este déficit: los cierres de los establecimientos de hostelería y las restricciones a los viajes han golpeado a los negocios de bebidas en todo el mundo. Pero si se profundiza un poco más, queda claro que el sector del whisky escocés se está reduciendo ante más de una amenaza externa.
Los aranceles en EEUU y el Brexit
La batería de aranceles punitivos establecida por Estados Unidos es uno de los principales problema del sector. Estos aranceles se impusieron a finales de 2019 en el marco de una guerra comercial transatlántica cada vez más intensa. Los aranceles de Washington del 25% sobre las maltas individuales han recortado los beneficios de los productores en Estados Unidos, tradicionalmente el mercado más lucrativo del sector.
Con la llegada del presidente Joe Biden se abrió un breve periodo de optimismo en cuanto a la posibilidad de levantar el gravamen. Pero las esperanzas se desvanecieron hace poco, cuando la Casa Blanca descartó revisar la causa fundamental del conflicto comercial a corto plazo.
El Brexit también ha traído malas noticias. Aunque la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea no ha supuesto nuevos aranceles si ha llevado a los exportadores a una pesadilla burocrática de trámites y controles fronterizos que cuestan tiempo y dinero.
El Whisky escocés, una seña de identidad
Atrapados en este bucle, los productores de whisky escocés, grandes y pequeños, se están marchitando. Los que tienen reservas suficientes para capear el temporal podrían sobrevivir con sólo algunos recortes, pero para las destilerías provinciales del país, que elaboran algunos de los whiskies más singulares y codiciados del mundo, la amenaza es cada vez mayor
Su desaparición sería desastrosa para la economía rural de Escocia ya que las complejas cadenas de suministro de whisky sostienen también a otros sectores: los cultivadores de cebada, los malteros, los compradores y los transportistas viven de este negocio.
Por ello, el sector exige que se actúe en las altas esferas. Los empresarios reclaman al gobierno de Boris Johnson resolver sus diferencias comerciales con Estados Unidos y trabajar para facilitar el paso de las mercancías destinadas a Europa.
No solo eso, también deberían reducirse los impuestos nacionales sobre las bebidas espirituosas, argumentan, para compensar las pérdidas del año.
Si no se actúa pronto, las consecuencias políticas podrían ser graves. El whisky es la mayor exportación de Escocia y ocupa un lugar fundamental en la identidad cultural del país. En un momento de creciente apoyo a la independencia de Escocia, los ministros del Reino Unido harían bien en tenerlo en cuenta.