Pierdes valor. Cuando estás siempre trabajando o siempre localizable fuera del trabajo, tu esfuerzo deja de ser excepcional. El tiempo libre que dedicas a tu trabajo se convierte en algo normal y deja de valorarse como la situación excepcional que es.
Tu valor es la base de tu empleo, si tu empresa deja de valorar tu esfuerzo, puede dejar de valorar también tu talento, restarte valor y pensar que eres fácilmente reemplazable. Si te conviertes en el empleado que dice sí a todo, nadie te verá como alguien brillante, sino como alguien simplemente útil. Sé prudente y no des más de lo necesario, busca el equilibrio entre vida profesional y laboral.
Dejas pasar oportunidades. Un exceso de lealtad a tu empresa actual puede hacer que pierdas grandes oportunidades laborales. Pensamientos como “mi jefe realmente me necesita” son frecuentes y llevan a decir automáticamente que no a otros puestos de trabajo quizá mucho mejores.
Es común sentirse irremplazable en un puesto de trabajo, pero lo cierto es que hay muchos profesionales que pueden hacer lo mismo que tú y tu empresa puede encontrarlos. Aunque seas bueno en lo tuyo, nadie es imprescindible. Has de valorar si sirve de algo ser la mano derecha del jefe cuando tu trabajo no te motiva ni tienes oportunidad de crecer como profesional. Primero tú, después tu empresa.
No creces como profesional. Cuando sientes que tus servicios son esenciales para el éxito de tu empresa, mecanizas tu trabajo, te acomodas y no te preocupas por avanzar en tu carrera profesional. Estancar tu carrera por lealtad no tiene sentido, tienes que pensar en ti y no en qué sucederá si tú te vas.
Para evitarlo, deberías hacerte estas preguntas al menos dos veces al año: ¿qué es lo que quiero de mi carrera?, ¿está este trabajo me lleva en la dirección correcta?, ¿he aprendido algo importante en los últimos 12 meses?, ¿cómo sé lo que valen mis habilidades?, ¿me pagan lo que valgo?, ¿cuál es el siguiente paso lógico para mí? Y ¿puedo darlo dentro de esta empresa?
Dejas de ver señales evidentes. A veces los trabajadores se entregan tanto que quedan ciegos ante las evidencias. Puede ser que otros compañeros salgan de la empresa descontentos con la gestión o el trato que se les da y, sin embargo, un trabajador excesivamente leal no vea problema alguno. Una situación común: no recibir un aumento de sueldo aunque la compañía esté teniendo grandes beneficios y no solicitarlo por estar demasiado ocupado en ayudar a que el éxito crezca.
Los demás te ven como un pelota. La lealtad desmedida puede traducirse en una mala relación con los compañeros. Si nunca dices que no y haces todo lo que los demás no realizan porque es injusto, llegará un momento en que te vean como un simple perro faldero de los jefes. No es positivo que tus compañeros te vean así, principalmente porque te harán aislarte aún más de los verdaderos problemas no comentándotelos y seguirás complaciendo sin mesura a los jefes a pesar de no percibir ningún beneficio extra.