Son muy pocos los negocios que se disparan a la misma velocidad a la que lo hace el Yoga, porque sí, esta actividad pensada para relajar el cuerpo y la mente, se ha convertido ya en un foco económico importante de muchos de los países del globo, entre los que se encuentra España. El deseo, o la necesidad, de alcanzar una vida sana sustentable en el día a día, con cuerpo y mente en perfecto equilibrio, ha sido uno de los grandes objetivos de 2020, el año que peores cifras ha tenido esta actividad convertida en negocio, pero que ha sabido sumar en popularidad. ¿La razón? Un confinamiento a nivel mundial y dos autonecesidades impuestas: no caer en el sedentarismo y no desvalijar la nevera. La solución pasaba por practicar ejercicio físico y controlar la mente de pequeñas fugas propias de la ansiedad de los meses más duros de pandemia. Ya 2019 fue un año en auge para esta disciplina a nivel europeo y a la que España no era ajena, pero con la irrupción de la pandemia, todo el optimismo con que se veía su futuro se tambaleó. Las restricciones de distancia física que impusieron las administraciones públicas abocaron al cierre a muchas pequeñas escuelas y estudios de Yoga; sin embargo, comenzó una importante rentabilización de las clases en línea. Se puede decir que el año pasado fue nefasto, a nivel empresarial para este sector, pero muy positivo a nivel popularidad. Tal y como lo explica José Manuel Vázquez, de la Asociación Española de Practicantes de Yoga (AEPY): “en vez de boom estamos viviendo todo lo contrario. Están cerrando muchas escuelas y muchos profesionales no pueden mantener sus trabajos. Las posibles vías alternativas son las clases a través de internet, las clases presenciales personalizadas (uno a uno) o compartir el espacio entre varias escuelas. El negocio ha caído radicalmente: si antes se necesitaban quince alumnos para mantener la escuela y ahora tengo siete, no es rentable. Hay una crisis profunda. No sabemos qué va a pasar, porque esta situación la tenemos, al menos, para un año más”.

Así, el año 2020 fue el propicio para adentrarse en actividades como el Yoga, la que hoy nos ocupa, y la que, a pesar de la todavía reticente aceptación por una gran mayoría de españoles, el mercado mundial que mueve sí tiene esta práctica en alta estima. A fecha de hoy, España no tiene grandes cifras que mostrar debido, principalmente, a la consideración de una práctica más mística que profesional. Aun así, las cifras que deja el Yoga a nivel nacional están apoyadas en los resultados a nivel global. Casi 500 millones de personas en el mundo practican Yoga como forma de introducir en la rutina diaria una actividad dedicada al cuidado de uno mismo. Según un estudio realizado por la americana Yoga Alliance, en 2018, 36,7 millones de personas lo practicaban y demás actividades relacionadas con la meditación en el año 2016, dentro de sus fronteras; una cifra que contrasta con la de los 80 millones de personas en el año 2018. El mismo estudio señala el impactante gasto en ropa, equipación, clases y accesorios que los usuarios de esta actividad invierten en el intento de profesionalizar la actividad. Más de 17.000 millones de dólares se invirtieron en el Yoga –de los cuales más de 4.600 de ellos se destinaron a la compra de ropa y 6.000 a la inversión en formación–. A su vez, otro estudio reciente realizado por Allied Market Research señala, a nivel mundial, que esta práctica mueve 79,39 millones de euros al año y prevé un crecimiento de hasta 194 millones de euros para 2025, esto es, un alza de 144%, según la consultora mencionada.

Una fuente de ingresos en potencia para empresarios y formadores de la tildada como industria del bienestar, que incluye Yoga y todo el contexto de meditación y mindfulness en el que se mueven este tipo de ejercicios dedicados al control corporal y mental. Una industria que en países como Reino Unido ha llegado a las escuelas públicas, consiguiendo saltar la barrera de la privatización y poniendo su oferta al alcance de cualquier ciudadano británico.

El futuro está en la mente
Un hombre desnudo hace el pino

No en todos los países ocurre lo mismo, menos cuando 2020 se caracterizó por ser un año perjudicial para casi todos los sectores y a nivel empresarial. Pocos son los estudios de este año pasado que pueden arrojar cifras significativas como para tomarlas como referencia y reseñarlas en una investigación o estudio, de ahí que casi todas las referencias que se encuentran nos remonten a su antecesor. Un informe realizado por European Health & Fitness Market 2020, elaborado por EuropeActive y la española Deloitte, señalan que, en España, el sector Fitness y de Salud facturó 2.352 millones de euros ya en el año 2019 (2.291 millones de euros en el año anterior) y creció un 3’3% con respecto a su año predecesor, que lo acabó con un 2,5% de crecimiento. Datos globales sobre las actividades dedicadas al cuidado del cuerpo, en general, que sitúan este mercado en el quinto mayor de toda Europa –por detrás de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia–. Este mismo estudio anuncia que 5,2 millones de personas están abonadas a centros o gimnasios en nuestro país, siendo un 1,1% practicantes asiduos de Yoga o Pilates.

Cada cifra apuntada denota un mercado en movimiento y una demanda en alza, ya que el informe citado anterior al año de la pandemia recogía que un 12% de la población española practicaba Yoga en 2018. A la espera de recibir los resultados posteriores a los meses de confinamiento, todo apunta a un incremento considerable de la cifra, pero sin presencia física en los centros especializados, solo como forma de desconexión mental de la situación tan extrema que se vivía en el mundo. El mercado de la felicidad, como también se conoce, está en auge y otra prueba más de ello son las cifras que arroja el Instituto de Bienestar Global, con sede en Miami (Estados Unidos), que habla de un negocio de más de 3,7 billones de dólares anuales en todo el mundo.

Según la periodista Pepa Castro, que dirige desde 2012 la revista digital yogaenred.com, la asociación profesional más fuerte en el ámbito del Yoga es la Federación Española de Entidades Formadoras de Yoga (FEDEFY), presidida por Mayte Criado, una de las personalidades más veteranas en la formación de profesores, cuya Escuela Internacional de Yoga, fundada en 2002, es de las más grandes y con más alumnado del país. Criado asegura: “Ninguno de nosotros tiene datos fiables del conjunto del sector, pero sí puedo reconocer que hay mucha gente interesada en España, pero el confinamiento ha hecho que quien se haya acercado en esos meses al Yoga lo haya hecho de una forma muy superficial. Desde FEDEFY –federación nacional de 23 escuelas en las que se forman profesores de Yoga– luchamos ante las administraciones para profesionalizar el sector y peleamos por conseguir datos reales, pero es muy complicado: la mayoría de escuelas son de tradiciones clásicas, que no están acostumbradas a formalizar este tipo de datos y, de hecho, la mística asociada a la forma de vida del Yoga incide en que la cultura del sector no es que oculte datos, es que no precisa de ellos ni le presta atención. Su preocupación es el bienestar físico y mental, no los números”.

La que para muchos todavía hoy es una práctica mística, para otros es una alternativa a las tradicionales maneras de entrenamiento corporal y una manera de reducir los costos generales de la asistencia médica. Tendencia que famosas traídas de todo el mundo han puesto en conocimiento público con clases transmitidas en directo en sus redes sociales, como es el caso de las celebrities como Miley Cyrus, Kendall Jenner, Gigi Hadid o Hailey Baldwin; así como firmas de moda de lujo que han querido dedicar parte de sus colecciones a prendas activewear e indumentaria apropiada para la realización de ejercicios de Yoga. Aquí, en España, lidera el sector la firma española Born Living Yoga, creada en Madrid y dedicada a prendas pensadas para esta actividad.

Es así como esta práctica cobra forma como modelo de negocio valiéndose de ser una de las formas preferidas por más del 40% de la población española para reducir estrés y alcanzar momento relajantes. Una herencia milenaria que se ha visto multiplicada por cuatro durante el último lustro, como recoge un estudio realizado por Soluna y ratificado por todos los amantes del Yoga que ven mejorada su capacidad de concentración tras una sola sesión. Se abre un mercado que si se deja el escepticismo de lado, puede dar buenas alegrías a sus empresarios y emprendedores.