Lifestyle

Falsos mitos sobre el maridaje

¿Qué vino hay que preparar para cada comida? De entrada un consejo: olvida los falsos mitos que limitan el vino blanco para marisco y pescado, el tinto para carne, y el vino dulce para el postre. Pon tu nota personal en la mesa y anímate a romper con lo supuestamente correcto: darás que hablar y, si lo haces bien, crearás tendencia.

De lo que realmente se trata a la hora de conseguir un buen maridaje es de encontrar el equilibrio entre comida y vino, pero un equilibrio que no necesariamente tiene que ser armónico, sino que también admite contrastes. Un buen maridaje es el que consigue a través de los sentidos (vista, aroma, sabor y textura) que el vino potencie el sabor de cada plato. Eso sí, si no quieres vértelas con el cocinero o cocinera, recuerda que, en las comidas, el vino es el acompañante del plato, y su papel es estar presente sin quitarle ni protagonismo ni expresividad. Éste es el motivo por el que habitualmente recurrimos a ciertos vinos para ciertas comidas.

Por ejemplo, los vinos blancos secos, con o sin barrica, van muy bien con marisco o pescado blanco; sin embargo también un rosado o incluso un vino tinto joven y afrutado, pueden ser ideales. Algo similar sucede con las aves y carnes blancas: la tendencia es maridarlas con vino tinto joven con toque sutil de barrica, pero del mismo modo que este tipo de comida (cochinillo, pavo o capón) admite una salsa agridulce, una compota, o una mermelada, también podemos acompañarla con un vino blanco o un rosado, ¿por qué no? Recuerda: el contraste, siempre que sea equilibrado, es una opción muy interesante y además nos permite salirnos un poco de las normas establecidas, si es que esa es la elección.

Para otro tipo de carnes, como un solomillo o el maravilloso lechazo asado de Aranda de Duero, innovar es más complicado ya que un vino tinto, con barrica, cuerpo, y redondeo en botella, se hace imprescindible. Eso sí, sé generoso y elige el que más te guste, que seguro que será el mejor.

Y para el postre, todas las opciones son válidas y para gustos están los colores: un vino dulce es una opción pero también puedes retomar el vino blanco seco del principio o incluso continuar disfrutando del vino tinto.

Sea lo que sea lo que elijas, si lo haces dedicándole un poco de tiempo y de cariño, acertarás. Como siempre digo: Lo importante no es como maridas un vino, sino con quién lo maridas.

María Luisa Cuevas, Directora de Bodegas Ferratus

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