1. Te mantiene ocupado. Incluso un trabajo que odias tiene una manera de consumir tu día. Es casi imposible encontrar tiempo para explorar oportunidades remuneradas, invertir en tu educación o bien planificar tu futuro. Al final, lo que te mantiene ocupado fácilmente puede mantenerte pegado.
2. Te estresa. Trabajar en empleos que odiamos puede ser estresante y agotador. Solemos hacer frente a todos los otros factores de estrés y seguir una vida de comodidad absoluta. El estrés es caro y puede que la única causa sea tu trabajo.
3. Te hace sentir mal. La conexión entre la salud mental y física se ha demostrado una y otra vez. Si eres infeliz en el trabajo, puede afectar a otras partes de tu vida, incluyendo tu bienestar físico y estar enfermo suele ser malo para tu presupuesto.
4. Es un castigo constante que requiere una recompensa constante. Cuanto más parezca que el trabajo es un castigo, más grande tendría que ser la recompensa. Un coche nuevo, unas vacaciones indulgentes, y una casa más grande podría ser una compensación justa por tus esfuerzos. Pero no se controlan, esas cosas pueden crear una trampa que limite sus opciones.
5. Falta de motivación. Si estás en un trabajo que odias es muy difícil motivarse. Sin un factor motivador todo lo demás se vuelve menos importante. No estás invirtiendo en un trabajo que te importa y disfrutas.
6. Se alimenta tu miedo. La gente se queda en empleos que odia por una serie de razones. Es cierto que no todo el mundo tiene el lujo de elegir, pero muchas veces el miedo puede mantenernos atrapados en situaciones negativas, tanto personal como profesionalmente. Con el tiempo, perdemos la confianza, dejamos de buscar nuevas oportunidades y nos conformamos con una vida de menos. El miedo limita nuestro potencial.