La celebración de San Juan tiene lugar en torno al solsticio de verano, el momento del año en el que el hemisferio norte experimenta el día más largo y la noche más corta. Marcando el fin de la primavera y el inicio del verano. Mientras tanto, en el hemisferio sur, esta fecha señala el comienzo del invierno.
Según la tradición cristiana, el 24 de junio es la fecha del nacimiento de San Juan Bautista. La Biblia cuenta que su padre, Zacarías, encendió una gran hoguera para anunciar su llegada al mundo. Con el tiempo, esta costumbre fue adoptada por el cristianismo y se integró en su calendario, fusionándose con antiguos rituales paganos vinculados al sol y al fuego. Es por eso que se asocian las hogueras con esta festividad.
San Juan Bautista es el único santo al que se le celebra el día de su nacimiento y no el de su muerte, lo que resalta la conexión especial con el ciclo solar y la renovación. La fusión entre creencias populares y cristianismo dio lugar a una celebración que, aunque con orígenes sagrados, se vive hoy en clave festiva y simbólica.
Las hogueras encendidas durante la noche simbolizan la purificación, la posibilidad de quemar lo negativo y empezar de nuevo. En lugares como la costa mediterránea española, las playas se llenan de fuegos, saltos rituales y papeles con deseos que se arrojan a las llamas. El agua también tiene protagonismo, hay quienes se bañan en el mar a medianoche con la creencia de que esto traerá salud y buena suerte. Otros lanzan farolillos al cielo como símbolo de sus sueños y esperanzas. Petardos, fuegos artificiales y dulces tradicionales, como las cocas de San Juan, completan la noche.
Aunque el día oficial de San Juan es el 24 de junio, las principales celebraciones tienen lugar en la noche anterior, la del 23, conocida como la verbena de San Juan. En España, es una fiesta regional que se celebra especialmente en comunidades autónomas como Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana, donde se considera día festivo.
