“¡Oh! ¿Qué tenemos aquí?”, se pregunta Ton Jones, de Auction Hunters, mientras rebusca entre bolsas de basura con ropa y cajas de cartón con platos de cerámica baratos. Y sí, efectivamente, de repente aparece un revólver muy valioso o una pistola perteneciente a un soldado de la Segunda Guerra Mundial. “Podemos encontrar dos o tres objetos de cada cinco que son buenísimos. Pero pueden pasar semanas y semanas sin encontrar nada”, contaba el corpulento compañero de Allen Haff, quien, a su vez, añade: “Cada vez que entramos en un almacén, nos sentimos como si estuviéramos explorando. No solo encontramos piezas de todos los sitios del planeta, sino que también aprendemos de sus ex propietarios”. Sin embargo, los dos protagonistas del programa admiten que no siempre aciertan con lo que compran y que, incluso, cuesta un episodio si la mala fortuna se hace latente en la búsqueda, dando a entender que lo que se ve por televisión es la recopilación de los mejores momentos de las subastas a las que asisten.
Algo similar sucedió con Storage Wars (contando sus versiones en Canadá, Texas y Nueva York), donde el Thom Beers, productor ejecutivo, tuvo que salir al paso tras la demanda interpuesta por Dave Hester, el comprador del grito “Yuuup!”, que apuntaba hacia una manipulación por parte de la productora, desembocando en la falsedad del especio. “Casi todo en la serie era falso. Incluso se pagaron operaciones de cirugía plástica para que uno de los miembros del reparto femenino ofreciera más ‘sex appeal’ al espectáculo”. Sin contar la muerte de Mark Balelo, una de las estrellas del show, por un aparente suicidio.
La palma del esperpento se la lleva Hardcore Pawn y la tienda de empeños de Lesie “Les” Gold, que lleva en el negocio desde 1978, regentando, finalmente, el local de Detroit. “Hemos tenido momentos buenos y momentos malos, pero la ciudad está en un aprieto financiero. Aún así, creemos en nuestra capacidad de recuperación”, comunicaba Gold. El apartado amable, y tal vez más familiar de esta serie de realitys, lo trae Pawn Stars, en Las Vegas, protagonizado por Richard Benjamín Harrison, su hijo Rick y su nieto Corey, que metió en la tienda a Chumlee, un amigo de la infancia. Rick, en una entrevista, reconocía que “la gente viene de vacaciones y traen cosas para vender”.
En España se ha tratado de imitar esta fórmula con Los reyes del empeño, pero sin demasiado éxito. La Sexta empezó a emitir el programa a finales del 2014, teniéndolo que retirar dos semanas después por bajas audiencias. “En Estados Unidos es muy normal comprar cosas de segunda mano, pero aquí siempre nos ha costado más, hasta que llegó la crisis y cambiamos el chip”, advertía el director José Rueda. La famosa picaresca no conectó con la idea y tampoco con la idiosincrasia de un país que ya, se intuye, está saturado de realitys de subastas, compra-venta y regateos.