En algunos rincones del mundo, sus personajes más icónicos han sido inmortalizados en estatuas que transforman las ciudades. Estas esculturas permiten a los fans tener un encuentro físico con sus historias favoritas, convirtiendo la ficción en parte del entorno real.
Paddington, el oso que conquistó Londres
En la capital británica, el entrañable oso Paddington no solo vive en libros o películas. Más de 50 estatuas distribuidas por toda la ciudad rinden homenaje a este personaje, cada una con un diseño único, creado por diferentes artistas. Una de las más significativas fue concebida por Michael Bond, el propio autor del libro.
El maestro Jedi, medita en San Francisco
En el Centro de Arte Digital de San Francisco, se encuentra una fuente de bronce con la figura de Yoda, uno de los personajes más queridos de Star Wars. Esta estatua simboliza el vínculo entre la ciudad y la legendaria saga, ya que alberga la sede de Lucasfilm. El escultor Lawrence Noble creó inicialmente una versión de 28 cm para el Club Oficial de Fans de Lucasfilm, antes de dar vida a esta imponente figura que hoy es lugar de culto para los fans.
Shin Chan y su pandilla en Kasukabe
En la ciudad japonesa de Kasukabe, el universo de Shin Chan ha cobrado vida en forma de esculturas. Situadas en el Angel Dome, estas estatuas representan al travieso protagonista, su hermana Himawari, su perro Nevado y sus inseparables amigos. Yoshito Usui, es el autor de estas figuras que reflejan la fuerte identidad cultural del anime en la ciudad.
Mafalda descansa en Oviedo
En el Parque San Francisco de Oviedo, Asturias, una figura sentada en un banco capta la atención de quienes pasean por la calle Uría. Se trata de Mafalda, la emblemática niña creada por Quino, que desde 2014 comparte un vínculo especial con esta región española tras recibir su creador el Premio Príncipe de Asturias. La estatua fue realizada por el escultor argentino Pablo Irrgang y se ha convertido en un símbolo de reflexión y ternura.
Rocky Balboa, el héroe de Filadelfia
Frente al Museo de Arte de Filadelfia, se yergue la estatua de uno de los boxeadores más famosos del cine: Rocky Balboa. Esta escultura fue creada en 1980 por A. Thomas Schomberg como parte de la promoción de Rocky III. La elección del lugar no fue casual: en este museo se rodó la célebre escena donde Rocky sube las escaleras entrenando, un momento que quedó grabado en la historia del cine y en el alma de la ciudad.
Estas estatuas son puntos de encuentro cultural, recuerdos físicos de emociones compartidas en la gran pantalla. Para los amantes del séptimo arte, cada una de ellas es una parada obligatoria en su viaje por el mundo del cine.