Cuando trabajamos en un ambiente laboral distendido y agradable nuestra productividad incrementa de una forma notable. Cuanto más feliz se siente un empleado en su empresa, mayor calidad tiene su trabajo y más sube su eficiencia.
Es importante que los responsables del negocio cuiden también el denominado como “sentimiento o sensación de pertenencia”, es decir, el sentirse parte de esa comunidad que supone la empresa. Es la sensación de estar integrado, de ser valorado y querido dentro del núcleo del trabajo. Y eso sólo se consigue a través de una buena cultura empresarial que fomente la cohesión entre los distintos empleados y, a su vez, con sus superiores.
Y hablando de superiores y de compromiso, según el estudio de Global WorkforceStudy (2014) de la consultora Towers Watson, un 72% de las personas se muestra comprometida con su trabajo si piensa que su superior hace el suyo de forma eficaz. Y es que es más difícil que una persona realice correctamente su trabajo si ve que su jefe no hace absolutamente nada porque así sea con el suyo propio. Hecho que crea gran frustración en el empleado, dando lugar así a un ambiente laboral insano. Y es que los superiores deben hacer algo así como “predicar con el ejemplo”.
En resumen: es importante que el ambiente laboral sea sano, tranquilo, amigable…que la tensión desaparezca “del aire” para que el trabajo que se desempeña entre las paredes de la empresa sea verdaderamente bueno y de calidad.