Basilea acoge la final del Festival de Eurovisión 2025, que será emitido a partir de las nueve de la noche en RTVE, como todos los años. Un total de 26 participantes arrasarán el escenario de la ciudad suiza, y entre ellos, «esa diva» española que llega con sus botas altas de tacón para «resurgir bailando». Melody, la niña sevillana de voz prodigiosa, cantará Esa diva con su actuación en sexto puesto. Más de 160 millones de personas se sientan en el sofá o en un bar con amigos y familia a disfrutar de este espectáculo de voces europeas -australianas e israelitas-.
Los artistas que participan en este festival lleno de colores y fuegos artificiales sueñan con su codiciado y votado primer puesto. Sin embargo, este ‘premio’ es un concepto más que un hecho. El ganador no recibe ningún premio económico, sino un trofeo simbólico: el icónico Micrófono de Cristal, instaurado en 2008. Además, la victoria conlleva el compromiso —y el coste— de organizar el festival al año siguiente. Por lo que, técnicamente, cuesta más ganar que perder.
Organizar el Festival de Eurovisión suele implicar un gasto considerable para el país anfitrión, que puede oscilar entre los 10 y 20 millones de euros, dependiendo de la ciudad y las infraestructuras disponibles. Estos costes incluyen la producción del evento en sí, la logística, la seguridad, el alquiler del recinto, la decoración, la tecnología audiovisual y la promoción. Además, hay que sumar los gastos derivados de la hospitalidad para delegaciones, prensa y público. Aunque el festival genera un impacto económico bastante positivo y un importante retorno turístico y mediático, el compromiso financiero para acoger Eurovisión representa una inversión significativa para cualquier país ganador.
En cuanto al gasto de participación, RTVE ha invertido en los últimos años cifras que oscilan entre los 500.000 y 800.000 euros. En 2024, la candidatura de Nebulossa supuso 595.262 euros, un 26,4% menos que los 810.978 euros que costó la participación de Blanca Paloma en 2023, la propuesta más cara hasta la fecha. En 2022, la actuación de Chanel, que logró un tercer puesto, supuso 668.793 euros, y en 2019, la de Miki Núñez alcanzó 782.044 euros, consolidándose también entre las más costosas.
En una noche donde nada está escrito en las estrellas, ya que todo depende de los votos que se reciban por vía del público y por parte de los jueces del concurso, todo puede pasar. Este año, los favoritos viajan desde Suecia con KAJ y su tema Bara Bada Bastu, hasta Austria, Países Bajos, Francia e Israel. No obstante, en la larga historia de Eurovisión -con su debut en 1956-, no cabe duda que existen una serie de artistas favoritos a los que se les ha pegado el éxito en el Micrófono de Cristal tras apagar las luces de este concurso. En esta categoría nos gustaría incluir al «galán español de la canción romántica» Julio Iglesias -con su actuación de Gwendolyne en 1970- y al «divo de Linares», Raphael -con sus actuaciones consecutivas en 1966 y 1967-, sin embargo, robaron el corazón al público posteriormente del festival, concluyendo sus resultados como no ganadores, pero en una carrera llena de éxitos y un gran legados musical español.
Los ganadores de Eurovisión más exitosos
ABBA (Suecia, 1974)
El aura disco de los 70 de este grupo sueco -que arrancó la buena racha del país nórdico al ser la primera de sus 7 victorias en el festival- conquistó no solo a los votantes de 1974, sino a todas y cada una de las generaciones posteriores y de cualquier punto cardinal del globo desde entonces. ¿Quién no se ha sentido alguna vez «la dancing queen» de la pista de baile con Super Trouper o Voulez-Vous de fondo? Tras su victoria con su icónico tema Waterloo, ABBA se convirtió en un fenómeno global, marcando el inicio de una era dorada para el pop sueco. Vendió más de 380 millones de discos en todo el mundo, convirtiéndose en uno de los grupos más exitosos de todos los tiempos. Sus álbumes y sencillos, son la banda sonora de muchas historias de diferentes generaciones, no únicamente por luego convertirse en el éxito audiovisual Mamma Mia (2008), también por su espectáculo repleto de color, pantalones campana y letras trascendentales.
ABBA, con su breve vida de apenas 10 años, redefinió el pop melódico y la producción musical, consolidándose como un referente imprescindible en la historia de la música y un ejemplo icónico del talento musical europeo. En este caso, su canción The Winner Takes It All cobró vida, éxito y un nombre propio, el cual la industria de la música nunca olvidará.
Céline Dion (Suiza, 1988)
Con apenas 20 años y siendo una joven promesa en su Canadá natal, Céline Dion saltó al escenario internacional en 1988 al ganar el Festival de Eurovisión representando a Suiza con la emotiva balada en francés Ne partez pas sans moi. Este triunfo fue su pasaporte hacia una carrera global que no tardó en despegar, consolidándose como una de las voces más poderosas del pop. Tras varios álbumes en francés, dio el salto al inglés y fue encadenando éxitos internacionales hasta alcanzar la cima en 1997 con My Heart Will Go On, el icónico tema de Titanic, que se convirtió en un fenómeno mundial. La canción vendió más de 18 millones de copias y catapultó su álbum «Let’s Talk About Love» a superar los 31 millones de discos vendidos.
Desde entonces, Dion se ha convirtido en una auténtica diva global, con más de 200 millones de discos vendidos a lo largo de su carrera, cinco premios Grammy y un lugar fijo en Las Vegas, donde protagonizó durante años uno de los espectáculos más exitosos y rentables de la historia del Caesar’s Palace, con más de 1.100 funciones entre 2003 y 2007, y una segunda residencia aún más larga entre 2011 y 2019.
Loreen (Suecia, 2012 y 2023)
Poderosa y mística, así es como se definiría la presencia escénica de esta cantante que ha hecho historia en Eurovisión al conquistar dos veces el premio del festival. Su primer triunfo llegó en 2012 con Euphoria, una canción que redefinió el pop electrónico en el certamen y catapultó a Suecia a lo más alto del podio eurovisivo. El éxito fue inmediato: vendió más de 2 millones de copias en solo 48 horas, se convirtió en un fenómeno global y lideró las listas de más de 15 países. El tema, considerado uno de los más icónicos de la historia del festival, consolidó a Loreen como una artista de proyección internacional.
Una década después, en 2023, volvió a reinar con Tattoo, logrando así ser la primera mujer en ganar Eurovisión dos veces. Sus dos victorias reforzaron la hegemonía de Suecia en el concurso y afianzaron a Loreen como una de las grandes divas del universo eurovisivo.
Måneskin (Italia, 2021)
Con mucho maquillaje, tatuajes y pasos atrevidos, el grupo italiano hizo renacer el estilo rockero tanto en el contexto de Eurovisión, como de la actualidad musical. Su «Mamma Mia» fue distinto al de los suecos, pero también alcanzó la fama mundial tras ganar el festival en 2021 con su enérgico tema Zitti e buoni. Esta victoria no solo rompió con la tradición pop del concurso, sino que también catapultó a Måneskin a la cima de las listas internacionales. Su álbum debut “Il ballo della vita” y su siguiente trabajo “Teatro d’ira: Vol. I” acumulan cientos de millones de streams en plataformas digitales.
Desde entonces, Måneskin se ha consolidado como una de las bandas más relevantes del rock contemporáneo, encabezando festivales -como este pasado verano en el MadCool-, agotando entradas en giras internacionales y ganando premios en reconocidos certámenes musicales. Su éxito ha llevado el sonido italiano a un público global, demostrando que Eurovisión puede ser un trampolín para toda la diversidad musical y de sus artistas.
