Aunque nacieron en plena era digital, los miembros de la Generación Z están impulsando un inesperado resurgimiento del CD y otros formatos físicos. Lejos de tratarse de una simple moda pasajera, este fenómeno responde a una nueva manera de experimentar la música, más tangible, nostálgica y coleccionable.
Según un estudio de la empresa de embalaje Key Production, la Generación Z escucha más música en vinilo, CD y casete que cualquier otro grupo de edad. Este giro hacia lo físico en plena era del streaming evidencia cómo las modas, efectivamente, vuelven cada dos décadas. Aunque el CD se comenzó a comercializar en 1984, no fue hasta finales de los años noventa y principios de los dos mil cuando se convirtió en el soporte musical dominante. Hoy, más de 40 años después de su aparición, los discos compactos viven una segunda juventud.
El auge de este formato no solo se refleja en las cifras. Artistas de renombre como Taylor Swift apuestan fuerte por el CD, su último lanzamiento, The Tortured Poets Department, cuenta con hasta nueve ediciones distintas en este soporte. Universal Music Group ha confirmado que los ingresos por ventas físicas aumentaron un 14,4% durante el segundo trimestre de 2024, impulsados principalmente por este fenómeno.
Una de las grandes ventajas del CD frente al vinilo es su producción más sencilla y económica. Mientras que fabricar un vinilo requiere un proceso especializado y costoso, los CDs permiten llegar a más público gracias a su asequibilidad, convirtiéndose en una opción popular para jóvenes coleccionistas que buscan un objeto físico sin vaciar su bolsillo.
Plataformas como TikTok han jugado un papel clave en esta tendencia. Corrientes agrupadas bajo hashtags como #CDcollection promueven una comunidad de entusiastas que comparten su amor por el formato. No se trata tanto de una mejora sonora, sino de una reivindicación estética. El acto de coleccionar un disco, tocarlo, guardarlo o exhibirlo es una expresión de identidad cultural.
Muchos artistas incluyen en sus ediciones en CD contenido exclusivo como postales, pegatinas, fotografías o códigos para acceder a experiencias especiales. Las firmas de discos han vuelto a ser una herramienta clave para conectar con los fans, quienes ven en la compra del CD no solo un gesto de apoyo, sino una oportunidad de interactuar directamente con sus ídolos. En una industria cada vez más digitalizada, estos encuentros presenciales refuerzan el vínculo emocional entre artistas y audiencia.