“Lleva algo de efectivo siempre encima” ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase de nuestras madres? Aunque muchas veces la hemos ignorado, el tiempo y las circunstancias han demostrado que este consejo tan básico sigue siendo uno de los más útiles. En plena era digital, el efectivo aún tiene un papel crucial.
El reciente apagón eléctrico en la península ibérica dejó sin acceso a medios de pago digitales. Ni tarjetas, ni móviles, ni relojes inteligentes servían para pagar. En ese contexto, el dinero en efectivo se convirtió en la única vía para adquirir bienes básicos. Tener billetes en la cartera nos da autonomía y seguridad ante cualquier imprevisto. Aunque la tecnología nos facilita la vida, depender exclusivamente de ella puede dejarnos indefensos en momentos críticos.
No hay una regla escrita sobre la cantidad exacta de efectivo que debemos llevar, pero ser prácticos es clave. Un billete de 20 euros suele ser la opción ideal. Es fácil de transportar, se puede doblar y ocupa poco espacio. No genera el mismo peso ni volumen que las monedas, por lo que resulta más cómodo y discreto.
Aunque pueda parecer poco, 20 euros pueden cubrir necesidades básicas inesperadas. Desde comprar agua y un snack si te retrasas en una reunión, hasta pagar un billete de metro o un taxi en caso de emergencia. También puede servir para pequeñas compras en mercados locales o en tiendas que no aceptan tarjetas. En momentos de urgencia, esa pequeña suma puede marcar la diferencia.
En la era de los pagos digitales, a veces ni pensamos en el efectivo hasta que lo necesitamos. Por eso, tener un lugar fijo para guardarlo es esencial. Muchas personas optan por colocarlo dentro de la funda del móvil, una alternativa práctica y accesible. Los bolsillos del pantalón son un sitio ideal, si lo doblas como es debido. La cartera sigue siendo un clásico, incluso si no llevas bolsillos. Y si usas bolso, un billete apenas ocupa espacio. Lo importante es tenerlo a mano y bien guardado.
La tecnología cambia, pero algunos consejos siguen siendo eternos. Llevar efectivo es una de esas costumbres que no pierde valor, sobre todo cuando se presentan situaciones inesperadas. Así que sí, mamá tenía razón: llevar algo de efectivo encima es más útil de lo que creíamos.
