1. No reflejas bien en tu CV lo necesario
Ten cuidado. Cuando un reclutador no nos conoce, el currículum es lo único que tiene sobre nosotros. Tienes que prestar mucha atención a la hora de distribuir tus conocimientos y experiencia en esa pequeña hoja de papel. No olvides potenciar tus cualidades, tus capacidades, tus estudios, tus logros… tienes que venderte de la mejor forma posible. Si no, puede llegar alguien menos capacitado que tu pero con “mejor imagen”.
2. La actitud muchas veces cuenta más que la aptitud
Entre las personas que se postulan a una oferta de trabajo es normal que la mayoría tengan unos estudios o experiencia similares. Cuando dos personas tienen todos los requisitos a la hora de entrar a formar parte de una empresa, la actitud ante el nuevo reto será la que marque la diferencia. Muchas veces las aptitudes se dejan de lado ante una actitud que refleje las ansias de aprender, de comerse el mundo… Una actitud, en definitiva, proactiva.
3. Malas referencias sobre ti (o muy buenas sobre la otra persona)
Cuidado con lo que has hecho en otros trabajos o con las referencias que pueden tener algunas personas sobre ti en el sector. Todo al final se conoce, y debes ser consciente de la importancia que tiene sembrar una buena reputación en el entorno en el que te mueves. No olvides tampoco las redes sociales… puedes creer que por tener “privados” tus distintos perfiles, nadie puede ver nada más allá de tus amigos. No estés tan seguro y vigila qué haces,subes y dices por las redes.