Planifica tu trabajo
A la hora de tomar decisiones, siempre será más sencillo hacerlo si tienes un plan B e incluso un plan C. Traza el camino que quieres recorrer, piensa qué inconvenientes pueden surgir y diseña itinerarios alternativos, tenerlos te ayudará a no temer los imprevistos.
Ponte objetivos
Establece pequeñas metas a las que ir llegando poco a poco sin que suponga un sobreesfuerzo. Es decir, traza metas realistas, porque trabajar y arriesgar está muy bien, pero hay que hacer las cosas con cabeza. Tener objetivos ayuda a mantener la ilusión, pero que sean realistas y los consigamos ayuda a mantener la esperanza.
Valora y mejora
Valora a quien te apoya y aprecia tu trabajo y mejora gracias a las críticas constructivas. No te hundas antes de tiempo, aprende a diferenciar los falsos halagos del reconocimiento real y las críticas constructivas de las destructivas. De todo se aprende, pero para saber en qué puedes mejorar primero deber hacer las cosas.
No pienses en errores, piensa en oportunidades de mejora
Considerar que si algo sale mal es directamente un fracaso es un error. La mayor parte de las cosas no salen a la primera por diversas circunstancias. No te tomes las equivocaciones como fracasos, cogerás miedo a errar y debes recordar que, aunque suene típico, es cierto que de los errores también se aprende (y mucho).
Cree en ti mismo
Tienes que conocer tus fortalezas al igual que tus debilidades. Siempre es más sencillo sacar fallos que virtudes, pero tienes que aprender a equilibrar la balanza. A lo mejor no eres tan bueno como X profesional, pero seguro que tampoco eres tan malo como crees. ¿Por qué no pruebas a hacer las cosas y llegar a ser lo mejor posible?