Hacer un resumen del día
Antes de cerrar los ojos, piensa en todo lo que has hecho durante el día. ¿Qué ha merecido la pena? Repítelo si puedes. ¿Qué te ha hecho perder tiempo? Recuérdalo y trata de evitar que se repita. Si todo concuerda con tus objetivos, vas por buen camino.
Escribir lo que te sucede
Sentimientos, ideas, percepciones… Todo aquello que creas que está influyendo en tu vida, escríbelo. Llevar un diario es una buena manera de revisar por qué las cosas salen mal o bien en distintas ocasiones. Además, escribir sirve para desahogarse.
Leer
Leyendo un poco cada día antes de dormir puedes matar dos pájaros de un tiro: adquirir más conocimientos y evadirte de tus preocupaciones. La lectura nocturna puede ser un momento de relax y aprendizaje muy productivo.
Organizar las tareas del día siguiente
Si ya lo habías hecho, antes de dormir podrás hacer los cambios pertinentes según te haya ido el día. Es aconsejable revisar horarios y tareas para no olvidarse de nada de lo que deba realizarse al día siguiente.
Conversar con la familia
Es recomendable mantener una buena comunicación familiar. Una vida personal tranquila no afectará a tu trabajo, pero una que sea todo lo contrario, sí. Antes de marcharte a dormir asegúrate de haber mantenido una conversación con tu familia.
Desconectar todos los aparatos
No te vayas a la cama con el móvil en la mano. Déjalo lo más lejos posible y trata de relajarte por un rato. Y lo mismo con reproductores de música o televisores. Apaga todos los aparatos y dedica unos minutos a la quietud. La relajación vendrá sola.
Reflexionar positivamente
Antes de dormir, acuérdate de ese proyecto que estás realizando y piensa qué puedes añadirle, cómo puedes mejorarlo, cómo te gustaría que fuese. Fantasea, piensa positivamente, visualiza un posible éxito y enfoca tu próximo día a conseguirlo.