En una época en la que la mayoría de los fabricantes de automóviles se apresuran a lanzar SUV eléctricos o híbridos de siete plazas, Mazda ha optado por un movimiento audaz al lanzar una versión diésel del CX-80, su nuevo buque insignia, un coche que se parece y supera a un modelo previo ligeramente inferior, el CX-60, construido sobre la misma plataforma (con tracción a las cuatro ruedas de serie y una transmisión automática de ocho velocidades), pero al que supera al poder ofrecer tres filas de asientos, para disponer de 5, 6 o 7 plazas, a elección del consumidor.
El CX-80 también dispone de la consabida versión híbrida enchufable con motor de gasolina, pero la sorpresa está en esa versión diésel e-Skyactiv D de 3,3 litros y seis cilindros en línea, con el sistema híbrido M Hybrid Boost que le permite disponer de la etiqueta ECO de la DGT. Sin duda, es una elección curiosa, pero que se hace eco de la larga historia de Mazda de tomar el camino menos transitado, con un objetivo claro en el horizonte: convertirse en la primera marca premium no europea en 2030, ofreciendo la máxima capacidad de elección a sus clientes.
Mazda considera que el diésel no ha dicho aún su última palabra y sigue teniendo su sitio, y lo cierto es que no defrauda. Con los 251 CV de su motor de 6 cilindros y 3,3 litros, el CX-80 es más que capaz de realizar grandes tareas de remolque (hasta 2.500 kg) con un consumo ciertamente reducido (5,7 litros/100 km) y una velocidad máxima de 219 km/h, acelerando de 0 a 100 km/h en 8,4 segundos, lo que, tratándose de un SUV, no de un deportivo, es una aceleración notable, que permite obtener respuesta si necesitas acelerar de repente al adelantar.
En ruta (con nieve)
Salimos a probarlo durante una de las recientes borrascas con nombre que estamos viviendo. No nos alejamos mucho de Madrid, pero llegamos a circular con nieve, en el puerto de Navacerrada, y el CX-80 se comportó estupendamente en todo momento, tanto en autopista como en los tramos más revirados. El balanceo de la carrocería es inapreciable y los niveles de ruido de rodadura o viento son mínimos.
Por dentro, el CX-80 es elegante y está cargado de tecnología, integrando lo más moderno de este apartado con un estilo clásico. Delante del conductor hay una pantalla digital de 12,3 pulgadas y un Head-Up Display de gran formato que ofrece información clave directamente en el parabrisas. Dependiendo del nivel de acabado, el CX-80 ofrece excelentes características de confort, como ajustes eléctricos de los asientos delanteros, que también se ofrecen calefactados, y climatizador trizona, además de control por voz mediante Alexa y sistema de sonido con ocho altavoces.
La disposición del habitáculo también es práctica, con botones físicos de fácil uso para el climatizador, en lugar de depender únicamente de pantallas táctiles como muchos de los coches nuevos. Como extras, dispone de un sistema de sonido Bose premium, carga inalámbrica y conectividad de primer nivel, como Android Auto y Apple CarPlay inalámbricos.
Atención al detalle
La atención al detalle de Mazda brilla en el diseño interior, con sus acabados Homura y Takumi de gran calidad y experiencia lujosa (especialmente en el acabado Takumi, que cuenta con impresionantes molduras de madera). En cuanto al espacio, el CX-80 no decepciona. Los asientos delanteros son amplios, con suficiente espacio para las piernas y la cabeza, mientras que los asientos de la segunda fila (dos o tres, dependiendo de si se ha optado por la versión de seis o siete plazas) son suficientemente espaciosos para adultos y ofrecen un fácil acceso a la tercera fila, que también es bastante amplia para adultos de tamaño medio, aunque sí resultaría estrecha para pasajeros altos.
Si se ha optado por las seis o siete plazas, el espacio del maletero no es enorme: 258 litros, pero abatiendo la tercera fila la capacidad aumenta hasta unos generosos 566 litros, o 687 litros con la segunda fila deslizada hacia delante. Si realmente se necesita puntualmente más espacio, al abatir todos los asientos se obtienen unos impresionantes 1.971 litros. Los modelos PHEV disponen incluso de una toma de corriente de 1.500 W en el maletero, que se puede utilizar para alimentar aparatos con alto consumo eléctrico sin preocuparse de que la batería se descargue.
En conclusión, el Mazda CX-80 puede parecer una elección curiosa al principio, pero destaca en un segmento saturado. Consigue el equilibrio entre practicidad, lujo y placer de conducción, y su combinación de tecnología, estilo y opciones de motor lo convierten en una opción convincente para aquellos que buscan un siete plazas de alta gama a un precio más que razonable.