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Santiago Posteguillo: “La cultura genera industria, puestos de trabajo y proyección internacional de nuestro país”

Santiago Posteguillo (Fotografía de Carlos Ruiz).

Que Julia Domna fue una emperatriz colosal lo sabemos más que por la historia, gracias a Santiago Posteguillo. Tras rescatar del olvido su personaje en Yo, Julia (Premio Planeta 2018), el mago del bestseller romano presenta Y Julia retó a los dioses, la conclusión de la saga. Una novela histórica con resonancias muy actuales: epidemias, brexit, eutanasia… e incesto.

El género de la ficción histórica suele protagonizar alguna que otra polémica, se cuestiona si es la mejor vía para dar a conocer hechos históricos. ¿Cómo lo vives?

A la novela histórica puedes llegar como historiador o como yo, por la literatura, de la que soy profesor. Y siempre hay que dedicarle tiempo muy importante a la documentación. Lo que ocurre es que hay distintos tipos de novela histórica. Hay algunas donde la ambientación es de época pero la trama es inventada, como El nombre de la rosa; y otras donde tanto la ambientación histórica como los personajes y sucesos son históricos. Es lo que hizo Robert Graves con Yo, Claudio, y lo que hago con Yo, Julia, y Y Julia retó a los dioses. Este tipo de novela sí puede valer para aprender historia, con mayúsculas. Cada autor le pone o no matiz didáctico a su novela, yo lo fomento porque llevo veintisiete años dando clases. Novelas como las mías pueden valer para primero entretenerse, y también para aprender historia. Añado al final una nota histórica para explicar dónde me he permitido licencias, por si hay dudas.

Tus trilogías anteriores abordaron las figuras de Trajano, Escipión y Aníbal. ¿Ha sido más difícil encontrar fuentes sobre Julia Domna? ¿Es verdad que la historia está escrita por hombres?

Sí, ha sido más difícil. Las fuentes clásicas que nos hablan de ella son Aurelio Víctor, Dion Casio, la colección de textos denominados Historia Augusta y Herodiano. Pero ninguno de ellos hay un solo capítulo titulado Julia, he tenido que acudir a los dedicados a su esposo, Severo, o a sus hijos, Caracalla y Geta.

¿Julia era una acotación en las vidas de otros?

Exactamente, solo que era cualquier cosa menos una acotación. Julia consiguió los títulos de Madre de los Césares, Madre de los Emperadores, Madre de los Ejércitos, Madre del Senado y Madre de la Patria. Nos llega como una acotación porque hasta hace muy poco la historia ha estado escrita solo por hombres. Yo sabía que había sido una mujer inusual, y empiezo a darme cuenta de su dimensión por la biografía que escribe la historiadora Barbara Levick. No es que las mujeres reescriban historia, sino que ayudan a escribirla más completa, y yo trato de estar en esa línea. Levick dice que no entiende cómo no existían novelas o películas sobre un personaje como Julia, y bueno, he hecho lo que dependía de mí. No una, sino dos novelas.

Está generando mucho revuelo la parte en la que narras que Julia cometió incesto, ¿no?

Sí, porque el incesto es una transgresión moral, un tabú en nuestra sociedad. Cuidado, no voy a ser yo quien lo defienda ni diga que me parece el camino dónde ir, ni mucho menos. Pero habría que verse en las circunstancias de Julia, me gustaría saber cuántos no harían lo mismo. Tal y como se ve la novela, lo que hace salva la vida de mucha gente y genera el respeto a su alrededor. Es la única forma que tiene de conseguir el control sobre un emperador que está loco. Comete incesto por una cuestión pragmática de sentido de Estado, a costa de un sacrificio personal enorme.

Una de las novedades es que introduces mitología, al estilo de la épica homérica o virgiliana. Sin hacer mucho spoiler, ¿ha sido una excusa para endulzar el final trágico?

Sí, no me gusta dejar a los lectores con mal sabor de boca cuando terminan una novela mía, y el final de Julia es trágico y dramático. Sería injusto trasladar esa imagen porque la gran victoria de Julia viene después de su muerte, consigue un engranaje para que su dinastía continúe. Introduzco la mitología grecorromana para no acabar en un momento anticlimático, y terminar el texto en el Hades, el reino de los muertos. Esto me permite llegar a una conclusión épica que a la gente le está encantando, y comprenden que cuando hablo de los dioses me lo estoy inventando. Lo he hecho de forma congruente con la mitología griega, con lo que los romanos creían que pasaba en el más allá, lo que decían Homero y Virgilio.

Una de las dificultades con las que lidia Julia es una plaga de viruela. ¿Pensaste que la actualidad acabaría dándole tanta relevancia?

Al contrario, ¿quién me lo iba a decir a mí? El brote de viruela que ellos afrontan es mucho más letal que el coronavirus. Galeno es quién se enfrenta a él, podemos aprender muchas lecciones de lo que hace el poder político de la época. Julia y Severo deciden hacer caso a Galeno, la autoridad médica, porque ya se ha enfrentado antes con la viruela. La gente no suele saber que Marco Aurelio y su emperador Lucio Vero, más desconocido, murieron de viruela. Galeno aísla a los enfermos, los trata, e implementa medidas de higiene para evitar que se extienda. Gracias a sus directrices consiguen una victoria muy desconocida, porque se suele hablar mucho más de las victorias militares, aunque esto sea una hazaña médica sin parangón. Galeno hasta consigue inmunizarse, aunque no sabe cómo.

El sector cultural también sufrirá el impacto económico por el coronavirus. ¿Cómo te lo planteas?

Creo que el tema de la inversión en cultura no se sabe explicar lo suficientemente bien, porque se puede trasladar a la gente que se trata de invertir en amiguetes para que hagan sus cosas para divertirse. Y no, no es eso. La cultura es, entre otras cosas, algo que nos entretiene. Pero es que además, eso genera industria, puestos de trabajo y proyección internacional de nuestro país. Si la gente en Galicia va a un Starbucks es porque lo ha visto en las películas. Si nosotros tuviéramos un montón de producciones populares donde la gente tomara jamón serrano, aceite de oliva y vino español, también aumentaríamos las ventas. Así de claro, nos hace crecer ante el mundo. Es algo que está más allá de las ideologías, la cultura es también una industria que nos ayuda a todos como país. Los políticos de uno y otro signo aún no lo han sabido entender.

¿Veremos a Julia en la pequeña o gran pantalla? 

La adaptación es algo muy bisoño todavía, no le veo aún mucho recorrido. Ambas novelas darían de maravilla para una serie de televisión, que sería muy asequible en producción, porque el peso narrativo está en las escenas de intriga de palacio. Lo que está en marcha, aunque se verá influido por el coronavirus, es una producción de seis capítulos sobre la mujer en la antigua Roma, que se llamará El Corazón del Imperio, en Movistar. Ahí espero descubrir a muchas más Julias que han quedado ocultas a lo largo de la historia de Roma. Hay otro proyecto para hacer de Africanus serie de televisión, sobre Escipión. Es un proyecto a largo plazo porque el coste es tremendo, tenemos escenas con ochenta elefantes que parece que se atragantan un poco.

Escribes el final de las novelas antes que el principio, y dices que el de Julia fue el último momento de brillantez del alto imperio romano. ¿Damos por concluido tu affaire con los romanos?

Existe otro período muy triste que es el de la anarquía militar, pero luego vuelve a ver momentos con interesantes misterios. Yo voy a seguir novelando el mundo de Roma, pero puedo ir hacia delante o hacer alguna analepsis, un flashback. Ya veremos, porque hay muy buenas historias que contar.

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