“La vocación puede encontrarse en cosas que parecen poco ambiciosas, pero que son igual de valiosas” es una de sus frases célebres. Con ella, intenta desmontar el mito de que a más cuantía económica mayor felicidad. ¿Cuantos accionistas de Wall Street podrían sentirse más realizados siendo bailarines o artistas ambulantes? Probablemente muchos.
Biali afirma que muchos no encuentran su meta vital porque se ofuscan en encontrar algo “grande”, cuando quizás lo simple esté ahí delante. Así, elabora una pequeña batería de preguntas para que podamos saber qué nos llena:
¿Qué es lo que harías de forma gratuita? Aquello que amas y que no te apaciguaría interiormente solo en un plano económico. Encuéntralo y no lo pierdas de vista.
¿En qué rama la gente piensa que eres bueno y destacas? Quizás no te estés dando el valor suficiente a ti mismo, pero déjate guiar, esa habilidad tuya para hacer crepes puede desembocar en una vocación por la cocina francesa.
¿Qué te gustaría probar antes de morir? En este aspecto todos tenemos claramente un sueño, pero que a veces abandonamos por dinero, falta de fuerzas o miedos. Si no lo persigues nunca sabrás si era realmente tu vocación. ¿Qué se puede perder si no la ilusión?
Puede que no lo tengas aún claro tras estas cuestiones, pero el secreto es encontrar el momento idóneo para formulártelas, más adelante quizás tengas una visión más clara de tus aspiraciones de vida. Seguro que llegarán.