
Un estudio de la Universidad de California cerciora que la adaptación del deporte en el horario laboral recorta los gastos derivados de la enfermedad de los trabajadores hasta un 39%. Así, las bajas laborales serían mucho inferiores. Por otro lado, según la Fundación Marcet, este fomento deportivo en el clima empresarial es altamente positivo, ya que también mejora el entorno laboral.
¿Cómo empezar? En primer lugar prueba a diseñarte una ruta caminando al trabajo por la cual, a ser posible, cruce algún parque o paraje, evitando grandes concentraciones y atascos, así podemos caminar 50 minutos diarios evitando estancarnos, que tonificarán piernas y glúteos. Al llegar utiliza escaleras, esto ayudará a que entres con energía y bien despierto . Una vez en el trabajo puedes utilizar algún tipo de pequeña pesa para ejercitar brazos dormidos o cansados al menos 1 vez cada 2 horas. Así, otra nueva moda entre oficinas más cosmopolitas es usar una bola como asiento. En España podemos probar la Wellness Ball Sitting, (costo de 245€), en la que además de mantenernos firmes y rectos en nuestro puesto, nos incita a levantarnos y estirar las piernas, lo que nos vendrá genial para la circulación. Esto ayudará a prevenir futuros dolores lumbares.
Además de estos pequeños consejos, parece que hay empresas que han adaptado el gimnasio al propio espacio laboral. Así funciona Google o la sede de Danone en Barcelona, con una habitación habilitada para el ejercicio entre descansos.
Parece que las feromonas que liberamos al hacer deporte nos ayudan no solo físicamente, si no a rendir mejor de forma intelectual. Y esto se traduce en una inminente felicidad en el trabajo.