1. Utiliza palabras simples. No intentes demostrar tus dotes lingüísticas usando palabras muy largas que quizás estén fuera de contexto. El objetivo final es que te entiendan así que adapta tu forma de hablar a un estilo poco recargado y sin arrogancia que de confianza a los demás. Menos es más.
2. Evita los tecnicismos. Si puedes trata de utilizar un lenguaje accesible para todos, a no ser que estés tratando con un público muy especializada. La complejidad puede hacer que terminen por no entenderte.
3. Lenguaje contundente. Utiliza fases cortas, preferiblemente afirmativas y cuida los tiempos verbales que utilizas centrándote en el tiempo presente y en ponerlos siempre en voz activa, es decir, con el sujeto al inicio de la frase.
4. Acorta tu mensaje. Antes de escribir o decir algo piensa si hay alguna palabra que no sea necesaria y que sobre. No recargues tus frases, sé directo y hazte entender, ganarás seguridad.
5. Suprime las florituras. Los recursos estilísticos o literarios desvirtúan la seriedad del lenguaje y están tan manidos que pueden provocar en tu receptor la sensación contraria a la que pretendas conseguir. Limita el uso de dichos y refranes a tu vida personal.