Hubo periodistas, entre los que me encuentro, que pensábamos que la aparición, en su día, del Audi Q2 podía suponer un problema para las ventas de un modelo superior, el Q3, al que casi igualaba en prestaciones a un precio sensiblemente más barato. La segunda generación de este modelo, presentada a principios de año, solucionaba ese ‘asuntillo’ haciendo que el Q3 fuera aún más Q3, modificando dimensiones y convirtiéndolo en un todocamino más grande.
Unos pocos meses después llega al mercado otra modificación todavía más revolucionaria: otro vehículo, una versión del Q3, que convierte un imponente SUV en un CUV… ¿Juego de palabras? No. Una breve explicación bastará para aclararnos: los SUV (siglas en inglés de Sport Utility Vehicle, algo así como ‘vehículo utilitario deportivo’) nacieron con vocación de ofrecer más diversión a los conductores urbanos, sumando a las propiedades de un turismo de carretera determinados usos ‘deportivos’ (relacionados con su capacidad para circular, sin problemas, fuera de las carreteras, por terrenos no excesivamente problemáticos o abruptos; por eso prefiero la denominación ‘todocamino’ a la de SUV: no son todoterrenos, pero se pueden recorrer con ellos caminos pedregosos y sin asfaltar, sin temor a ‘romper’ nada).
Con el paso del tiempo, y dado que la mayoría de los conductores no se adentran en rutas complicadas pero les gusta la estética SUV (ahora sí viene a cuento), los fabricantes han optado por hacer versiones menos todocamino de este tipo de vehículos. Y los anglosajones han recurrido, para definir estos nuevos coches, a un nuevo término: CUV (siglas en inglés de Crossover Utility Vehicle, algo así como ‘vehículo utilitario que combina características de estilos diferentes’).
¿Qué es, pues, un CUV? Un turismo con estética de todocamino. Aunque, como suele ser habitual en Audi, el Q3 Sportback supera los límites de lo que se espera de un vehículo de sus características. El estilizado diseño ofrece la principal diferencia con el Q3 del que procede: es apenas 16 milímetros más largo (y tan solo 9 más estrecho), pero 18 milímetros más bajo. Y la estética lateral de la carrocería es distinta: más coupé, más afilada; en definitiva, más deportiva.
A los mandos
Dispuestos a probarlo, viajamos desde Basilea hasta la Selva Negra alemana, la zona más espectacular, paisajísticamente hablando, del país. En nuestra ruta atravesamos el Gletscherkessel Prag antes de adentrarnos en las laderas de la estación de esquí del monte Feldberg; circulamos junto a lagos como el Titisee y el Schluchsee o visitamos poblaciones tan pintorescas como Hinterzarten, St. Blasien o Todtnau. Sin autopistas en los alrededores en los que comprobar su comportamiento ‘devorakilómetros’, la prueba tenía como objetivo descubrir si las modificaciones estéticas efectuadas –la batalla es idéntica; los motores, cajas de cambio y suspensiones, otro tanto de lo mismo– habían alterado sus comportamientos más todocamino. Ahí encontramos una ruta de alta montaña, con carreteras reviradas y curvas puñeteras, y con los suficientes senderos sin asfaltar, a ambos lados de la calzada, como para comprobar hasta qué punto difiere del modelo del que parte. Y fuera de los cambios estéticos (y, tal vez, un agarre que imaginamos superior, al contar con un centro de gravedad ligeramente más bajo) no hay diferencias. O, si las hay, este humilde conductor fue incapaz de percibirlas.
Con un precio algo más elevado que el de la segunda generación del Q3 (la versión 35 TFSI más básica arranca en los 39.220 euros, mientras que el 35 TDI lo hace en los 40.690 euros y el 45 TFSI quattro S tronic tendrá un precio de 50.660 euros), el equipamiento del Sportback cuenta con elementos como aparcamiento asistido, asistente de arranque en pendiente, aviso de cambio involuntario de carril (y aviso de cambio de carril, que es distinto, ya que avisa de la presencia de otros vehículos en el ángulo muerto), control de velocidad de crucero (con control de descenso de pendientes opcional), cámara con visión de 360°, detector de tráfico trasero, suspensión deportiva de serie, acceso y arranque sin llave, climatizador trizona, asientos eléctricos y climatizados, techo panorámico, cuadro de mandos digital, pantalla táctil de 10,25’’ y navegador, entre otros. El sistema de control dinámico de conducción Audi Drive Select viene de serie en toda la gama y ofrece seis perfiles, incluido el offroad, además de permitir modificar el control electrónico de los amortiguadores y la dirección deportiva progresiva: se necesitan muchas menos vueltas de volante hasta el bloqueo total, en comparación con un sistema de dirección convencional, y en curvas cerradas la posición de las manos debe cambiarse con menor frecuencia.