1. Imprescindible: agenda en la que apuntar absolutamente todo (sin excepción). Ya sea una cena con amigos, una reunión con un cliente, una entrevista, una llamada que has de realizar…

2. Dedica tiempo suficiente a tus relaciones personales, porque muchas veces con un trabajo demasiado asfixiante descuidamos a las personas que nos rodean. No olvides dejar importantes tiempos de tu día a día para pasarlos con quién más quieres.

3. Aprende a decir no cuando tu agenda esté absolutamente llena de cosas por hacer. De lo contrario lo que vas a conseguir es saturarte innecesariamente, estresarte y hacer las cosas demasiado rápido (y con ello probablemente mal).

4. En el trabajo dile adiós a mensajería instantánea y redes sociales, sólo suponen una distracción. Ya tendrás tiempo de contestar y compartir lo que creas conveniente cuando salgas.

5. No siempre se puede responder una llamada o atender un email, hay un momento para todo, y si estás inmerso en una labor importante, esa llamada o ese correo pueden esperar unos minutos hasta que encuentres un pequeño hueco donde te encaje responderlos.

6. ¿Has elegido bien el medio de transporte en el que vas al trabajo? Puede que te empeñes en ir en coche pero quizás no te estás dando cuenta de que si lo haces dando un paseo, en bici o en transporte público ahorres muchísimo tiempo (y enfados innecesarios por el tráfico, por ejemplo.)

7. Cada cosa a su momento, no hay nada más cierto. Cuando estés trabajando dedícate exclusivamente a eso, sin distracciones. Pero cuando estés en tu tiempo de ocio, con tus amigos, con tu familia… apaga el teléfono de empresa y deja de pensar en todo lo que tienes que hacer.