Incluso, me atrevo a decir, que muchas de nuestras debilidades, desde fuera se ven como fortalezas. Por tanto, hay que ser conscientes de cómo nos ven, para poder aprender a utilizar nuestros puntos débiles como fuertes.
Todos tenemos defectos, pero no debemos confundir los defectos con debilidades. Ya que con los defectos debemos convivir, en incluso los podemos evitar, pero ¿serías capaz de desprenderte de tus debilidades? Por eso, en vez de la disolución, apostamos por la conversión.
Lo primero que debes hacer es afrontar que tienes debilidades, conocer cuáles son, y a partir de ahí, quererte a ti mismo con ellas. Será la única manera de que las personas de tu alrededor no puedan hacerte daño a través de ellas.
Nuestro entorno puede forzarnos a querer cambiar u ocultar nuestras debilidades. Si realmente quieres trasformar tus debilidades en fortalezas, debe ser por tus propios deseos, no por la manipulación del exterior. Es la única forma de que realmente te vuelvas una persona más fuerte.
No intentes complacer a nadie, ya que –como ya he contado- las debilidades no deben tomarse como defectos. Son “puntos flacos” que tienen las personas, con la posibilidad de transformarnos en “puntos fuertes”.
Para poder convertir tus debilidades en fortalezas, y no permitir que tu exterior pueda aprovecharse de ellas debes…
1. Quererte a ti mismo tal y como eres, con tus debilidades incluidas.
2. Identificar cada una de las debilidades e intentar sentirte orgulloso de ellas.
3. Sacar el lado positivo de tus debilidades. Por ejemplo, en vez de creer que se aprovechan de ti porque te cuesta decir que no, piensa que eres un buen compañero.
4. Hablar tranquilamente de tus debilidades con tu alrededor.
5. Perder el miedo a las personas tóxicas que intentan aprovecharse de tus debilidades.