Lo llaman prêt-à-parfumer, y es el nuevo gesto olfativo de una de las firmas de perfume que más arriesga para salirse del camino establecido y expandir horizontes reinventando el concepto de fragancia: Diptyque. No les valió con la genial idea de perfumar el hogar con el reloj de arena que iniciaba un nuevo ciclo de difusión a la mínima que le dieras la vuelta, o con los papeles estampados perfumados con aroma a rosas recién cortadas para decorar el interior de los cajones; ahora de nuevo trascienden los usos establecidos explorando nuevos terrenos de juego olfativos con un hilo trenzado impregnado (¡perdón! con perfume encapsulado) que se ajusta a la muñeca y anima a potenciar el lenguaje no verbal: cuanto más gesticulas, más huele.
Este divertido ornamento nómada viene en un kit (72 €) con dispensador de cuerda perfumada (6 m), cierre bañado en oro y la posibilidad de alternar entre los aromas de Do Son (un homenaje a la tuberosa de Do Son Beach, Halong Bay, Vietnam), Tam Dao (el recuerdo de los bosques de Indochina y el sándalo quemándose en los templos) y Eau de Rose, pura ternura.