
1. Tienes amigos de carne y hueso
Sí, aunque parezca increíble tus amigos también son personas que viven más allá de la pantalla de tu smartphone. Probablemente los ves a menudo, y hasta ese dato llegues pero, ¿es necesario que estés “cotilleando” lo que hace el resto del mundo en Facebook cuando estás tomando algo con unos amigos? Por favor, levanta la vista del teléfono, guárdalo en el bolsillo o en el bolso y disfruta de la verdadera compañía.
2. Eres capaz de hacer tu trabajo mucho mejor
Si dejas de lado las redes sociales en tu trabajo serás consciente de lo capaz que eres de hacer un trabajo con una calidad mucho más alta que el que estabas realizando hasta ahora, cuando estabas dedicándole los huecos que te quedaban entre ver las actualizaciones de Facebook de uno y los tuits de otro.
3. La vida real no tiene filtros de Instagram
Con esto quiero decir… ¡no hace falta fotografiarlo todo! Muchas veces cuando mejor nos lo estamos pasando, ni siquiera nos acordamos de hacer una foto para compartirla con nuestros 400 amigos virtuales. Disfruta de la vida real, sin filtros, ahora.
4. Tú un día tenías una familia… ¿recuerdas?
¿Hace cuánto que no te sientas a cenar o comer en familia sin tocar ni una sola vez tu teléfono? Probablemente ni te acuerdes. Charla con tus padres, con tus hermanos, con tus tíos, con tus primos… te darás cuenta la de cosas que han pasado en sus vidas que no sabes. Y comparte con ellos las que te han pasado a ti y que sólo saben tus amigos de Twitter.
5. En tus estanterías hay libros gritando: ¡léeme!
Antes de dormir, en la playa, en la piscina, en el metro, en el autobús… son momentos perfectos para coger uno de esos libros que están cogiendo polvo en tu estantería y leer. Apaga el teléfono y disfruta de los placeres que te proporciona la lectura, más allá de la lectura de los post de uno u otro.