A franquear en destino…
La historia del bañador ha estado marcada por el pudor y la vergüenza. Quizá por eso también ha protagonizado las anécdotas más delirantes de la moda. Desde el primer bañista, el Rey Jorge III de Inglaterra, cuya condición de monarca y su locura diagnosticada le permitían chapotear en las costas de Dosert en polainas, hasta los primeros intentos de traje de baño. El de la firma Jantzen fue un éxito a principios de siglo, un prototipo de lana que llegaba a pesar cuatro kilos cuando se mojaba. Igual de curioso era el speedy suit con el que Johnny Weissmüller ganó el oro en los Juegos Olímpicos de París en 1924, un maillot con tirantes y perneras ajustadas que ni la victoria le libraría del ridículo. También el alcalde de Benidorm Pedro Zamora se convertiría en un héroe local en plena dictadura, cuando una mañana decidió coger su Vespa para reunirse con Franco y permitir que las suecas llevaran bikini en sus playas. ¿Lo consiguió? Digamos que la película protagonizada por Alfredo Landa Manolo la nuit es prueba de ello. Las cosas, por suerte, han cambiado mucho. Ya no hay policías en la playa que miden si el largo del bañador roza la legalidad y elegir el correcto solo depende del gusto de cada uno.
HAWÁI
Con estampado corbatero de Scalpers (59 €).
A franquear en destino…
CAPRI
Boxer corto de Calzedonia (25,90 €).
A franquear en destino…
KRABI
Con estampado Flocked Ancre De Chine de Vilebrequin (210 €).
A franquear en destino…
BORA BORA
De algodón estampado de Loro Piana (330 €).
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