Aunque la bodega Clos de Lôm es una recién llegada al panorama enológico español (se presentó en sociedad el pasado abril en la sede de la Denominación de Origen Valencia, a la que pertenecen sus vinos), en realidad sus raíces hay que buscarlas hace casi doscientos años. En el muy lejano 1836, un antepasado francés de la familia a la que pertenece, S. Dupuy De Lôme, encontró un enclave privilegiado en el Valle dels Alforins en el que decidió volcar sus conocimientos y recuperar la tradición vinícola de sus orígenes. Así fundó la que pasaría a ser la actual finca de Clos de Lôm, en la que aún se conservan las tradicionales bodegas subterráneas donde ya antiguamente se elaboraban vinos para el autoconsumo. Por eso no es casualidad que el nombre de la bodega venga acompañado, a modo de homenaje a su tierra, por la denominación ‘Vinos de finca’.
Ese maridaje de tradición, suelos, viento, sol y mar crean la combinación perfecta para producir vinos de alta expresión, como las cuatro grandes referencias de añada que Clos de Lôm acaba de lanzar y que han sido bautizadas con el nombre de la uva que las conforma: el blanco Malvasía, el rosado Monastrell y los tintos Garnacha y Tempranillo (imagen). Este último es un vino de aroma intenso y carácter frutal, potente y armonioso, con un final largo y persistente que lo convierte en un buen compañero de mesa, para acompañarlo de arroces, embutidos, carnes rojas o quesos mientras se recuerdan tiempos pasados.