El 1 de octubre de 2013, el Gobierno de los Estados Unidos cerró Silk Road, también conocido como «el Amazon de las drogas», una escandalosa página de la Dark Web en la que se podían adquirir drogas y fármacos desde cualquier parte del planeta. Su creador, el veinteañero Ross Ulbricht, y todos los que participaron en la plataforma acabaron en la cárcel. Todos menos el DoctorX.

¿Quien es este personaje misterioso vinculado a Silk Road? ¿Por que no fue encarcelado? ¿Cuál era su función en la Dark Web? Jose Ángel Mañas y Jordi Ledesma han convertido la apasionante historia real de Fernando Caudevilla en un thriller eléctrico bajo el título ‘DoctorX. El médico de la Dark Web’.

Portada de la novela ‘DoctorX’, escrita por José Ángel Mañas y Jordi Ledesma.

PREGUNTA (P). ¿Por qué decidieron escribir sobre el DoctorX y Silk Road?

José Ángel Mañas (JAM). Lo cierto es que, tal como contamos en la novela (casi todo lo que aparece es real o basado en una situación real), a mí me llegó el proyecto por Trisha Telep, una agente canadiense que me presentó Iñaki Domínguez. Ella llevaba tiempo detrás de esta historia. Había ido a visitar a DoctorX en su consulta y estaba empeñada en que él la escribiera. DoctorX no estaba convencido de poder hacerlo y le daba largas. Al final, Trisha contactó conmigo y, visto el tipo de historia que era, pensé que correspondería darle una atmósfera de novela negra y se me ocurrió incluir en el proyecto a Jordi Ledesma, con quien había colaborado previamente en En el descuento, la otra novela que escribimos juntos. A él le encantó el universo de DoctorX, y nos pusimos a trabajar en ello.

P. ¿Cómo describen a DoctorX?

Jordi Ledesma (JL). Equis es un tío muy lúcido y carismático, comprometido con sus ideas, que tiene muy claras, hasta el punto de hacer de su defensa su profesión. Y no solo es honesto como activista, también lo es en sus otras vertientes profesionales: como médico de familia o como asesor en aquellos asuntos que relacionan drogas y salud. En la distancia corta, cuando es Fernando, hemos podido comprobar que goza de una serie de amistades muy sinceras dentro y fuera de esos ámbitos, y lo achacamos, sin duda, a su personalidad genuina y generosa. 

P. ¿Con qué objetivo han escrito este libro?

JAM. Divulgación y placer. Hay una batalla intelectual fascinante con respecto a las drogas entre prohibicionistas y antiprohibicionistas. Es una batalla tremenda, dentro y fuera de las diferentes legislaciones nacionales e internacionales. Nos apetecía que el lector terminara entendiendo la importancia del debate y familiarizado con suficientes argumentos como para poder hacerse una idea propia al respecto. Pero también queríamos que disfrutase de la historia como si fuese una novela.  

P. Tras muchas charlas con Fernando y una profunda investigación, ¿cuáles son sus conclusiones sobre lo ocurrido?

JL. La novela repasa varios sucesos acaecidos a lo largo de toda una década, además de incluir pasajes de su vida personal que trascienden al personaje aclamado en la Dark Web. Pero si te refieres al tema de Silk Road, creemos que las diferentes administraciones de justicia, y muy en especial la de los Estados Unidos, no tuvieron amplitud de miras sobre qué estaba pasando y qué iban a significar los criptomercados en ese futuro, que es el ahora. Lo erróneo es el planteamiento con el que se lleva a cabo la guerra contra las drogas, pero asumirlo tiraría a la basura cien años de políticas equivocas que no han hecho más que reafirmar a las mafias y su violencia. La condena a Ross Ulbricht, dos cadenas perpetuas, pretendió ser ejemplar, pero lo cierto es que cuando se produjo apenas había dos o tres criptomercados de drogas, hoy hay más de cien. Esos criptomercados no son perfectos, aunque sí mucho más seguros para los consumidores que los barrios y estratos urbanos donde se venden los estupefacientes en nuestras ciudades. Tenemos claro que quien quiera drogarse lo va a hacer, y sería mejor que pudiera hacerlo con garantías respecto a aquello que va a tomar, sin adulteraciones, y sin tener que acudir a entornos violentos dominados por el crimen organizado. También hemos aprendido que un porcentaje muy, muy elevado de consumidores de drogas son personas totalmente funcionales, que consumen como otros beben cerveza o vino o fuman cigarrillos, y sin poner en mayor riesgo su salud que esos que consumen drogas que son legales.

Jordi Ledesma y José Ángel Mañas (de pie) son los autores de ‘Doctor X’, la novela protagonizada por Fernando Caudevilla (sentado).

P. ¿Cómo llegó a ser uno más de Silk Road? ¿Cuál era su trabajo?

Fernando Caudevilla/DoctorX (DRX). Una de mis áreas de interés profesional es la exploración de las oportunidades que las nuevas tecnologías ofrecen para intervenir, como profesional de la salud, en el consumo de drogas. Un modelo de intervención, el de la reducción de riesgos, que no busca necesariamente que las personas dejen de usar drogas, sino que tomen las decisiones que consideren más adecuadas de forma libre y responsable: información objetiva, realista y sin contenidos morales.  El foro de Silk Road reunía a una comunidad de más de 100.000 personas de todo el mundo interesadas en psicoactivos. Al igual que había hecho en otros foros desde hace veinte años, abrí un hilo para responder preguntas sobre drogas y salud, que se financiaba con donativos voluntarios en bitcoin. Lo que empezó siendo un hobby terminó con una dedicación de varias horas al día. En realidad, nunca estuve ‘contratado’ en Silk Road. Ofrecí voluntariamente un servicio de información online a usuarios de drogas.

P. ¿Por qué le rebautizaron como DoctorX?

DRX. Lo de «DoctorX» viene de más antiguo. Es el sobrenombre que me pusieron mis compañeros de Energy Control (la ONG que trabaja en reducción de riesgos en uso recreativo de drogas, analizando pastillas en discotecas entre otras muchas actividades). El nombre hace referencia a mi profesión y al interés (personal y profesional) que yo tenía en la MDMA hace veinte años. Entonces nos referíamos a la sustancia como «éxtasis» o «equis». Si sucediera hoy sería el DoctorM.

P. El creador de Silk Road, el veinteañero Ross Ulbrich, así como todos los que participaron en la plataforma acabaron en la cárcel. Todos, menos usted. ¿Qué le diferenció de ellos?

DRX. En el juicio contra Ross Ulbricht, DoctorX aparecía en una lista de usuarios que habían recibido BTC de Silk Road. Yo ya había informado con detalle sobre este asunto en mi declaración como testigo a petición de la defensa de Ross. Por otra parte, identificarme era muy sencillo porque mi nick estuvo vinculado a mi identidad real en todo momento. Yo no participé directamente en la estructura de Silk Road y sólo tuve contactos ocasionales por mail con Ross y el resto de los administradores de los foros (incluyendo los que luego resultaron ser agentes del FBI encubiertos). Nunca estuve involucrado en ninguna actividad criminal. Y, sobre todo, no acabé en la cárcel porque tengo la fortuna de vivir en la zona más civilizada del mundo. En Europa ofrecer información sanitaria sobre drogas a usuarios no es un delito.

P. ¿Por qué era tan reacio a escribir en primera persona su historia? ¿Por qué se la confió a José Ángel y Jordi? ¿Qué tienen de especial?

DRX. Escribo con cierta frecuencia, pero lo mío son las cosas frías y racionales como el ensayo. Suena poco educado, pero se lo confié a ellos porque fueron la propuesta de la agente canadiense. Pero también añadiré que mis reticencias a ser el personaje de una novela se disolvieron tras conocer primero a José Ángel y luego a Jordi. Pese a pertenecer a mundos distintos conectamos desde el primer momento y estoy muy cómodo con la historia que han contado. Es decir, fueron la propuesta de la agente canadiense. Pero si hubiera propuesto a Camilo José Cela, a Lucía Etxebarría o a Isabel Coixet no creo que la novela hubiera funcionado.

P. Ahora que el libro ya se ha publicado, ¿qué supone para usted? ¿Cuáles son sus expectativas?

DRX. Por un lado, una especie de psicoterapia sobre un periodo concreto de mi vida en el que me pasaron cosas muy, muy raras. Y por otro, una liberación. En una novela que necesariamente mezcla realidad y ficción, una de las pocas condiciones fue escribir un apéndice sobre los hechos reales. En concreto aporto la documentación que explica por qué mi personaje acusa a la Juez Federal Katherine B. Forrest de manipular mi testimonio y acusarme falsamente de delitos.

¿Expectativas? Fernando Caudevilla se da más que satisfecho con la experiencia y no puede pedir nada más. El DoctorX aún menos, es un superhéroe del ciberespacio y un personaje de novela. Y en consecuencia no puede tener expectativas.