Desde 2010 que se crease Fundación IMO para mejorar la visión y por lo tanto la vida de las personas, impulsar avances continuos en el diagnóstico y el tratamiento de cualquier problema ocular ha sido su objetivo principal. Tras más de 25 años de experiencia en la investigación y formación de calidad, el Instituto de Microcirugía Ocular ha canalizado su maestría en programas para diagnosticar y tratar problemas visuales de grupos de riesgo a través de su Fundación. Irene García, coordinadora de Fundación IMO, nos revela los datos y las cifras de los programas destinados a la infancia desfavorecida de la entidad.

¿A qué perfil de niños va destinado el programa de salud ocular en la infancia de Fundación IMO con la colaboración de la Obra Social ”la Caixa”, Càritas Catalunya y Fundació Ordesa?

Está dirigido a contextos sociales vulnerables, zonas con bajos ingresos económicos… por eso lo llamamos “programas para infancia desfavorecida”. Suelen ser familias de contextos bastante precarios económicamente cuyas prioridades son comer y pagar los servicios básicos, y por lo tanto son familias que tienen muy difícil acceder a tratamientos que no están dentro de la seguridad social, como por ejemplo unas gafas.

¿Cuál es el proceso de selección de los centros que se benefician de la labor social de Fundación IMO?

Lo hacemos a través de nuestros colaboradores, principalmente el programa de CaixaProInfancia de Obra Social la Caixa y de Càritas Catalunya. Ellos escogen los colegios donde tienen muchas familias que acuden a ayudas privadas, ya sean comedores sociales, becas para libros, becas para comedor… Son zonas en las que estas entidades de por sí ya ayudan con otros programas; nosotros complementamos esta ayuda que están recibiendo por otro lado.

¿Cuál sería el procedimiento que Fundación IMO seguiría tras detectar un problema visual en un alumno de alguno de los centros con los que trabaja?

Principalmente lo que detectamos son defectos refractivos (miopía, hipermetropía y astigmatismo). Para esto el tratamiento principal son las gafas, que le facilitamos de forma gratuita, y de cuyo tratamiento hacemos seguimiento cada seis meses, aproximadamente, con nuestras revisiones en los centros. En esas visitas de seguimiento, les cambiamos las gafas si ha habido modificaciones en la graduación o bien si se han roto y están arregladas con celo, o si los cristales están muy rayados…

Luego hay otro tipo de tratamiento que es para la ambliopía o el ojo vago que son parches. En estos casos hablamos con los profesores para que les pongan el parche en horas de clase y así nos aseguramos del cumplimiento del tratamiento. En casos más complicados, lo que hacemos es que los derivamos al Instituto de Microcirugía Ocular para hacer más pruebas, y siempre hay como dos o tres casos al año que acaban en cirugía.

¿Qué porcentaje aproximado de alumnos a los que el proyecto de Fundación IMO realiza la revisión anual tienen que ser tratados posteriormente?

Estamos alrededor del 40%. Por un lado están los que una vez que les has diagnosticado, en muchos casos necesitan tres o cuatro años de gafas seguro. En el caso del parche lo mismo. Pero también hay que tener en cuenta que la visión se desarrolla hasta los ocho años de edad. Nosotros empezamos con niños de cuatro años, que, aunque estén perfectos no le damos el alta porque a lo mejor con seis años empieza a desarrollar principio algún defecto refractivo. Por eso es tan elevado el porcentaje.

Es el sexto año que se lleva a cabo este proyecto, ¿cuál es la motivación para continuar año tras año?

Más que motivación es compromiso. Realmente nosotros no nos centramos tanto en diagnosticar las patologías sino en el tratamiento y el seguimiento que les damos a esos niños; que cada seis meses o cada año puedan tener unas gafas adaptadas a su tratamiento. Como estamos viendo lo que suponen nuestras campañas cada vez que vamos, para nosotros es un compromiso con esos niños. Estamos corroborando que, en algunos casos, los problemas de visión también están repercutiendo en una menor integración social y en el tema del fracaso escolar. Nos hemos encontrado niños diagnosticados con trastorno del déficit de atención que en realidad lo que tenían era un problema de visión.

A lo largo de estos seis años, aproximadamente, ¿cuántos niños se han beneficiado del programa de salud ocular en la infancia desfavorecida de Fundación IMO?

Con los datos de la última campaña estamos en 6.320.

¿Cómo se ha conseguido implicar al personal docente de los centros para promover la detección de un problema visual en un alumno?

La verdad es que este tipo de profesorado tiene una labor mucho más allá del currículum académico. Son zonas donde hay muchas problemáticas sociales y ellos ya de por sí tienen muchas implicación con los niños, y muchas veces llegan más allá de lo que llegan las familias. Es muy fácil comprometerlos con el programa porque ellos ven los resultados de manera evidente. De hecho tenemos algún caso que hemos pedido que deriven al niño al hospital porque sospechábamos de una patología más grave y que como veíamos que los padres no lo traían ha sido gracias a la colaboración del colegio que hemos podido ayudarle. Hemos tenido un caso muy reciente de un niño recién llegado de Pakistán, cuya familia apenas hablaba español, y ha sido la profesora de educación especial quien se ha encargado de contactar con nosotros, de programar la visita, de venir ella con los padres tanto para todas las pruebas como para el preoperatorio, el postoperatorio… Realmente la implicación de los profesores es excelente.

Además de a través del profesorado de los centros, ¿por qué otras vías Fundación IMO conoce posible casos de niños afectados por un problema visual?

Tenemos colaboraciones con otras entidades a las que no llegamos a través de este programa. Estamos colaborando con cuatro entidades de violencia de género, revisando a los niños de estas familias. También hemos colaborado con asociaciones de personas con discapacidad. Además, dentro de nuestra área de acción social, tenemos un programa que se llama “Operación Visión” que es para ofrecer tratamiento a personas sin recursos, y a través del cual nos llegan tanto niños como adultos, derivados de toda España para operaciones complicadas o para las que tendrían que esperar demasiado.

¿Qué consecuencias académicas puede traer un problema visual en un niño durante la etapa escolar?

Los niños tienen una capacidad de adaptarse al entorno excepcional. Tienen un cerebro muy plástico y una gran capacidad de enfocar para ver nítido y compensar, así, el problema refractivo que puedan padecer. Sin embargo, el hecho de forzar de forma constante la vista, da lugar a dolores de cabeza, cansancio ocular e incluso desinterés por la lectura o falta de concentración. No existen estudios directamente relacionados entre el fracaso escolar y la visión porque serían estudios basados en seguimientos de seis, ocho o diez años, y de momento nadie se ha puesto a hacer un seguimiento tan complejo. Lo bueno que tenemos es que al hacer el seguimiento con niños de una clase que tienen todos la misma edad, el profesor puede observar cómo se comportan y se desarrollan esos alumnos y así, comparando niños de una misma edad, la sospecha de patología se hace mucho más evidente.

La Fundació Ordesa se ha incorporado este año al proyecto. ¿Se prevé que sigan uniéndose organismos u organizaciones al programa de Fundación IMO?

Esto es un programa abierto a cualquier entidad u organización que crea en la misión de ayudarnos a construir miradas felices y por supuesto que está abierto a cualquier tipo de colaboración. Fundación IMO recibe el 100% de las ayudas de financiación privada, ya sea de entidades como de particulares, y por lo tanto estamos abiertos a cualquier colaboración para poder hacer más grande el proyecto. Tenemos muchas peticiones de colegios que también quieren formar parte del programa; pero no podemos llegar a todos por este límite presupuestario porque cuando incorporamos un nuevo colegio nos comprometemos a un seguimiento mínimo de siete años en esa zona.