72.480, El Gordo de la Lotería de Navidad
Lifestyle

¿Qué tienen en común unos Manolo Blahnik y una tarrina de helado?

Antes de decir “nada”, continúe leyendo esta historia. Porque cuando llevas 31 años gestionando una compañía de zapatos de lujo en Norteamérica y Sudamérica, puede que llegue un momento en que apetezca cambiar de aires de vez en cuando. Hablamos de George Malkemus y Anthony Yurgaitis, Presidente y Vicepresidente de Manolo Blahnik, que decidieron comprar una granja de 350 hectáreas en las colinas de Litchfield (Connecticut) allá por 1999, es decir, cuando la serie Sexo en Nueva York catapultó a la fama a la firma de zapatos para la que trabajan. Claro que la idea inicial no era la de convertir Arethusa Farm & Diary en proveedora de productos lácteos de primera calidad para todo el estado. Al principio, su única ambición era producir leche, queso y yogures para la comunidad local. Pero eso no es un gran negocio y estos tipos no saben mantener sus cosas a pequeña escala.

Cuentan que Malkemus decidió embotellar la leche, que hasta entonces vendían a 88 centavos el galón (casi cuatro litros), porque le recordaba al sabor de la leche de su infancia en San Antonio. Así que comenzaron a embotellarla y comercializarla a 9 dólares la botella. Ambos defienden ese coste argumentando que le aplican un tipo de pasteurización que permite que se consuma casi con las mismas propiedades de la leche recién ordeñada y que todo lo que embotellan procede sólo de vacas de su granja. Lo que tienen de especial sus vacas es que las tratan como a verdaderas damas. Se dirigen a ellas por su nombre y las alimentan con pasto de Arethusa cuando hace buen tiempo y con heno canadiense cuando hace frío.


Las lavan todos los días una a una (tienen 200) con agua y jabón, y terminan acondicionándolas con Pantene Pro-V. ¿Exagerado? Tal vez, pero ellos defienden que de esas vacas mimadas sale la mejor leche de América. Y de ella, el ojito derecho de Malkemus y Yurgaitis: el helado. Y el helado, orgánico, artesanal y envasado a mano, también tiene mucho que ver con la infancia del CEO de Blahnik. Sólo está disponible en sabores tradicionales: Old-Fashioned Vanilla, Old-Fashioned Strawberry, Old-Fashioned Chocolate y Old-Fashioned Mint Chocolate Chips.

Para el éxito de este postre no han necesitado una Carrie Bradshow. Sólo el boca a boca de los ciudadanos de Litchfield, la única población donde se comercializaba hasta ahora por miedo a que perdiese cremosidad. Hoy se estrena en los establecimientos Dean & Deluca de Madison Avenue y del SoHo neoyorkinos dispuesto a convertirse en el dueño de los deseos de las mujeres de la gran manzana. Que sus creadores, de eso, saben bastante.