Reconozcámoslo cuanto antes, me encanta el vino, especialmente el vino tinto y,, debido a mi profesión, me encanta la tecnología. Por lo que quedé muy sorprendido cuando visité con mi pareja las instalaciones de bodegas SOMMOS, en Barbastro.
Las bodegas se encuentran en un entorno privilegiado, al pie del Pirineo de Huesca y la arquitectura de su edificio es realmente espectacular (obra del arquitecto Jesús Marino Pascual), pero lo que más me llamó la atención lo encontré en su interior.
SOMMOS Somontano es una bodega hipertecnificada que emplea de forma extensiva las nuevas tecnologías y el Internet de las Cosas (IoT) para mejorar sus procesos de vendimia, producción y distribución, y mejorar de este modo la calidad del producto y las eficiencias operacionales. Prácticamente todo está automatizado. La vendimia se realiza parcialmente por vendimiadoras automáticas, que recogen la uva únicamente cuando las condiciones de humedad y temperatura son adecuadas. Por supuesto son los sensores ( de temperatura, humedad, dendrómetros…) repartidos por los diferentes viñedos, los que determinan cuál es ese momento idóneo en base a la información que han recogido.
Una vez recogida la uva, la selección de la misma no se realiza “a ojo” como se hacía tradicionalmente, sino que un sistema automático basado en cámaras de alta resolución, analiza el tamaño, la forma y el color de la uva y determina si es apta para la producción o debe ser descartada.
Lo siguiente que capta nuestra atención, son las gigantescas cubas donde se almacenan los mostos y empieza a elaborarse el vino. No podemos dejar de observar los gigantescos depósitos colgantes, denominados OVIs (Objetos Volantes Identificados), que son controlados automáticamente por un impresionante robot-grúa cartesiano, que cubre toda la superficie de la nave y que se encarga del proceso de delestage, técnica utilizada durante la fermentación para favorecer la extracción de color y de los compuestos fenólicos del vino.
Una vez que el vino está preparado para la maduración, se lleva a la sala de barricas. Y no lo llevan personas, sino AGVs, robots automáticos que se encargan de transportar las barricas de vino de un lado a otro y que, de forma totalmente autónoma, también realizan el trasiego del vino.
Esta sinergia entre tecnología y una industria con tanta tradición como la vinícola se traduce en una producción de 2.5 millones de botellas de vino al año. Un ejemplo de cómo la tecnología puede mejorar la producción de la bodega es la máquina de selección de uva previamente mencionada, que puede seleccionar hasta 10000 kilos de uva cada hora, mientras que para conseguir una calidad similar mediante selección manual, se necesita un mínimo de 4 personas y aún así, sólo podrían procesar entre 1000 y 1500 kilos de uva por hora.
No solo esta bodega hace uso de nuevas tecnologías, sino que hay toda una nueva generación de enólogos que tienen claro que la tecnología es uno de sus principales aliados para hacer grandes vinos.
Ericsson, en conjunto con MyOmega, está llevando a cabo un proyecto piloto en el valle de Mosselle, Alemania, para demostrar cómo utilizar los datos recogidos por sensores localizados en los viñedos para mejorar el producto final. Al menos 4 importantes bodegas de la zona, Clemens, Franzen, Haart y Knebel, están aprovechándose de la recolección de datos en tiempo real.
El sistema implantado, recoge información sobre temperatura y humedad del aire, temperatura y humedad del sustrato e intensidad solar, entre otros. Con esta información obtenida en tiempo real, los enólogos cuentan con una poderosísima herramienta que les permite:
- Maximizar las vendimias → esta información permite definir el momento óptimo de vendimia para mejorar la calidad de la uva y reducir los riesgos para las mismas, obteniendo vendimias más abundantes y de mayor calidad.
- Mejorar la calidad del vino → Los enólogos obtienen información objetiva del estado de los viñedos, lo que les da más control para elaborar el vino que desean.
- Monitorización remota → Los enólogos pueden acceder a esta información desde donde quieran, por lo que no necesitan pasar tanto tiempo en el viñedo.
- Fomentar medidas ecológicas → La monitorización constante permite ahorro de agua y energía, además de permitir estrategias fitosanitarias respetuosas con el medio ambiente.
En California, Hahn Family Wines, tiene todo un historial elaborando vinos de calidad. Pero recientemente, han instalado cientos de sensores conectados en sus viñedos para conseguir uvas de mayor calidad de forma más eficiente con la ayuda de Verizon.
Los sensores miden, entre otros parámetros, la humedad del sustrato y se comunican con drones aéreos y estaciones meteorológicas situadas en los viñedos. Con información recopilada por estos elementos, el enólogo es capaz de determinar si las uvas son demasiado pequeñas (o grandes) o si corren riesgo de ser atacadas por mohos u otras plagas. Además, gracias a un sistema de riego automático y adaptado a las condiciones de cada parcela, el uso de agua de riego es mucho más eficiente.
La Agencia Tributaria publicó el Septiembre pasado, los últimos datos referentes a la exportación de vino español. Hasta Septiembre de 2017, España exportó 1717.8 millones de litros (+2.7%) por valor de 2029.5 millones de euros (+7.5%). Parece obvia la importancia de la industria vinícola en España y también parece claro que para mantener la competitividad de nuestros caldos las bodegas tendrán que adoptar la tecnología para mejorar la calidad de sus productos y la eficiencia de sus procesos. El “vino conectado” ya está aquí.
Miguel Angel Fernández Otero es Product Manager en Barbara IoT, empresa especializada en desarrollo de Software y Firmware seguro para dispositivos conectados (‘Internet of Things’).