1. Cuando te enfrentas a un proyecto importante
Lunes a primera hora. Acaban de asignarte un proyecto que debe estar terminado y enviado al cliente al final de la semana. Un no-procastionador metería la quinta marcha de inmediato y lo tendría todo listo en miércoles por la tarde. Sin embargo, esta forma de hacer las cosas elimina del mapa dos días muy valiosos en lo que a inspiración se refiere. Y es que, ya se sabe, la inspiración llega cuando uno menos se lo espera (aunque, cuando lo haga, debe encontrarte trabajando).
2. Cuando estás preparando una presentación
Si quieres que tu ponencia sea verdaderamente fresca, a veces la mejor solución es dejar la preparación para el último momento. Cuando alguien se prepara una presentación durante semanas termina perdiendo espontaneidad, con un resultado demasiado artificial. Posponerlo hasta la noche de antes te ayudará a conservar la naturalidad
2. Cuando te estás planteando contratar a un nuevo empleado
Contratar a un nuevo empleado es una decisión que conlleva importantes efectos a largo plazo para la empresa, y precisamente por eso no puede ser solo una tarea más que tachar en tu lista de cosas que hacer. Posponer la decisión unos días (o incluso unas semanas) te permitirá sopesar los pros y contras del candidato y saber si encaja o no en la compañía. Volver a leer el currículum del candidato y las notas que tomaste durante la entrevista una semana después hará que veas la situación con mayor claridad.
3. Cuando tienes que tomar una decisión económicamente relevante
Ya sea adquirir otra empresa o comprar una nueve televisión, las decisiones en las que interviene una cantidad importante de dinero es mejor tomarlas a fuego lento. Decidir apresuradamente puede llevarte a errores garrafales que podrían haberse evitado con un poco más de información, tiempo y reflexión.
4. Cuando los emails se acumulan en tu bandeja de entrada
Revisar tu bandeja de entrada continuamente para leer los correos recibidos puede mermar tu productividad, ya que te obliga a interrumpir lo que estás haciendo una y otra vez. Evidentemente no puedes ignorar tus emails para siempre, pero sí por ahora y hasta que termines las tareas importantes. Marca los contactos importantes cuyos mensajes deben ser contestados de inmediato y deja el resto de correos para el final del día: podrás leerlos tranquilamente uno a uno, dedicarles el tiempo que requieren y contestar sin prisas después de haber reflexionado. Además, un reciente estudio de la Universidad de British Columbia reveló que revisar la bandeja de entrada menos a menudo reduce el estrés y aumenta la productividad.
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