Deportista y asesora del gobierno de Eslovenia en políticas sostenibles, habla cinco idiomas con fluidez y su sueño era ser diplomática, ese es el perfil de la cocinera. Ana era miembro del equipo nacional de esquí yugoslavo, al cual renunció a los 17 años. Cuando, de joven, consiguió un puesto en la Comisión Europea en Bruselas y estudió ciencias internacionales.
Todo cambió cuando el amor se cruzó en su vida. Mientras realizaba sus estudios Ana conoció a su ex esposo, Valter Karmar. Sus suegros eran propietarios de un restaurante en Kobarid, en un valle de Eslovenia occidental y cuando decidieron jubilarse, la pareja se hizo cargo del negocio familiar. Pese a que ella nunca tuvo un interés particular por la comida, su pareja era sommelier y juntos empezaron a viajar por Europa y conocer algunos de los mejores restaurantes.
Así fue como el destino la llevó a enamorarse de la experiencia de la comida. Cuando podía se escurría a escondidas a las cocinas para observar a los chefs y hablar con ellos. Jamás imaginó que estaba dando sus primeros pasos para convertirse en una de las mejores cocineras del mundo. Su intuición y pasión hicieron el resto.
Ana Ros es una estrella de la cocina, sus creaciones se centran especialmente en la cocina verde por lo que evita comidas con carne. Su hija es vegana, por lo que ha buscado potenciar este tipo de alimentación. La sangre manda. Hiša Franko, el restaurante que inesperadamente le arrastró hacia los fogones, ocupa el puesto número 69 de los mejores restaurantes del mundo según la organización Best Restaurants.