La temporada expositiva en la Fundación de la Casa de Alba se abre con la que promete ser la la muestra más original y única de este final de año. Del 19 de octubre hasta el 31 de marzo, la exposición de La moda en la Casa de Alba despliega su guardarropa en los salones del Palacio de Liria para mostrar una sucesión de ropas pertenecientes a Eugenia de Montijo, emperatriz consorte de Francia por su matrimonio con Napoleón III, y creaciones posteriores a la aristócrata inspirados en su estilo, reversionadas por algunos de los más grandes diseñadores de moda, como Cristóbal Balenciaga, Manuel Pertegaz, Emanuel Ungaro, Fredereick Worth y Louise Chéruit, entre otros.
Comisariada por el modisto español Lorenzo Caprile y el asesor de arte Eloy Martínez de la Pera, la retrospectiva se abre al público con un firme propósito: evidenciar cómo una mujer poderosa de 1826 ha conseguido, –sigue haciéndolo– poner en valor los estrechos lazos de unión que, en los dos últimos siglos de historia, los miembros de esta distinguida familia de aristócratas ha mantenido, alimentado y cuidado con la industria de la moda y con los modistos más destacados de cada tiempo en estos 200 años.
Para ello, el hilo conductor que prevalece sobre el resto tiene nombre de mujer. Eugenia de Montijo –considerada la primera gran influencer universal por su aportación a la moda, originalidad y gustos de vestuario, que no sólo desplegó las alas de las nuevas tendencias de vestuario, sino que fue musa de diseñadores posteriores a su tiempo, por su fuerte estilo personal y peculiar a la hora de vestir– es la legendaria figura a partir de la cual se construye La moda en la Casa de Alba y el principal punto de partida para recorrer la visión que tuvo de la moda española, que puso en boga y la convirtió en fundamento del segundo imperio. Una percepción de la moda tan asentada que dura hasta nuestros días. Aún hoy, la finca de viñedo en Baños de Rioja, La Emperatriz, debe su nombre a doña Eugenia, que la adquirió durante la segunda mitad del siglo XIX. Los vinos de la finca han gozado de exquisita reputación desde entonces, debido a su gran calidad y al sumo cuidado puesto en su elaboración.
Avanzada a los tiempos que le tocó vivir, la emperatriz de los franceses no perteneció por derecho propio a Los Alba, pero estuvo ligada a ellos por ser hermana de Francisca de Sales Portocarrero, cuatro veces grande de España y duquesa de Alba por su enlace con Jacobo Fitz-James Stuart, abuelo de Cayetana de Alba. Junto a ellos, ambas familias consolidaron la clase social predominante del momento.
Si una aportó el título, la otra la influencia, algo que hizo a través de su vestuario y que esta exposición recoge con más de 100 modelos exhibidos, entre vestidos de Eugenia de Montijo nunca antes vistos, colecciones inspiradas en ella, alta costura y complementos de protocolo. Un fondo de armario que acompaña al diálogo que esta muestra pretende mantener entre las obras de arte de la familia y la moda más selecta, y que procede de colecciones privadas e instituciones, como el Museo del Traje de Madrid, de Patrimonio Nacional, de la Colección Francisco Zambrana y del Museo Nacional del Château de Compiègne.
Entre el arte seleccionado, destacan algunos retratos en su mayoría de esta emperatriz y obras de Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga, Federico de Madrazo, Fernando Álvarez de Sotomayor y Franz Xaver Winterhalter. Todas ellas, en perfecta armonía y conexión con todos los componentes que dan sentido a La moda en la Casa de Alba. «Desde el nacimiento de la moda moderna en el siglo XIX, la Casa de Alba ha estado vinculada al mundo de la alta costura», recalca la organización de la exposición a la vez que señaliza la labor de mecenazgo de esta estirpe, iniciada por esta matriarca familiar, actualmente entendida como una prescriptora de estilo, y continuada no sólo por el resto de miembros de la familia, como su bisnieta Cayetana Fitz-James Stuart, sino también por diseñadores de moda femenina de proyección internacional.
De mujer a mujer. De Eugenia a Cayetana. Esta exposición teje un vestuario moderno, auténtico y exclusivo entre una bisabuela y una bisnieta, entre una mujer que ofreció al mundo una lección de liderazgo estético que no sabía que necesitaba y otra que se convirtió en cabeza de familia y de negocio de un linaje español con solera. Ambas lo hicieron manteniendo un mismo elemento común: la moda y su estima como referentes de lo español.