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Yayoi Kusama, cuando el éxito te llega a los 60 años

Si los 65 es la edad para jubilarse y a los 94 una edad muy decente para estar descansando plácidamente bajo tierra, la artista japonesa Yayoi Kusama (Japón, 94 años) no cumple ni lo primero ni lo segundo. Siempre ha sido una rebelde. Siempre ha ido a contracorriente. Por eso este último año su vida ha rebosado actividad. A principios de 2023 Louis Vuitton lanzó una colaboración con ella que ha invadido de lunares bolsos y maletas, además de realizar múltiples acciones como salpicar con sus famosos lunares el edificio de la marca en los Campos Elíseos y coronarlo con una monumental escultura de la artista aferrada al tejado. La editorial Rizzoli ha publicado un coffee table book sobre este proyecto, su colaboración con un artista más ambiciosa hasta la época. (a la venta desde el 26 de septiembre). Eso parece haber despertado la fiebre por esta diminuta artista gigante, y el museo Guggenheim de Bilbao le ha dedicado una retrospectiva que cerrará al público el 8 de octubre, en colaboración con Hong Kong, M+, Yayoi Kusama, desde 1945 hasta hoy

La modelo brasileña Gisele Bündchen con un bolso de Louis Vuitton que aparece en el libro de Rizzoli.

“Siempre soy más feliz cuando estoy pintando o creando mi arte”, ha contado insistentemente la artista, una de las más prolíficas e incansables del panorama actual, a pesar de su avanzada edad. Recluida voluntariamente en un psiquiátrico de Tokio desde 1972, de donde sale todos los días para ir a trabajar a un estudio cercano, su estabilidad mental siempre ha sido frágil y es la concentración en su obra lo que la mantiene estable: “Cuando no estoy trabajando, mis pensamientos pueden volverse muy oscuros”.

Nacida en 1929 en Matsumoto, Japón, Kusama creció en una plantación que había pertenecido a su familia durante un siglo y pasó su infancia jugando entre campos de flores. Según cuenta en el documental “Kusama: Infinity”, grabado en 2018 y que puede verse en Filmin, ahí tuvo por primera vez alucinaciones, incluidas violetas “parlantes”, que inspiraron su arte. Ella y sus tres hermanos recibieron una educación estricta y sus padres siempre desanimaron los sueños artísticos de su hija, pero ella no se dio por vencida. 

En 1958, obstinada en dedicarse al arte, Kusama llegó por primera vez a Nueva York donde luchó con tesón por atraer multitudes. Sin éxito. Durante los 15 años que pasó en la ciudad, realizó algunas de las obras por las que es famosa hoy en día, como las pinturas ‘Infinity net’, que han alcanzado valores de hasta ocho millones de dólares pero que por entonces ninguna galería parecía dispuesta a exponer su trabajo. En su biografía, Kusama describió sus primeros apartamentos en Manhattan como «un infierno en la tierra»: dormía sobre una puerta que había  encontrado  en la calle y recogía comida de la basura y pintaba durante toda la noche para mantenerse activa porque no tenía calefacción.

La artista Yayoi Kusama en los años 60 en Nueva York, Editorial Rizzoli.

Estaba convencida de que sus compañeros artistas varones, incluido Andy Warhol a quien consideraba un amigo cercano, la estaban copiando, por lo que decidió tapar las ventanas de su estudio de Greenwich Village para evitar que otros artistas vieran y copiaran sus ideas. Tras siete años luchando por abrirse camino, Kusama intentó suicidarse saltando por una ventana, también sin éxito: aterrizó sobre una bicicleta y sobrevivió. Lo que terminó por disuadir a la artista japonesa y la razón por la que puso de nuevo rumbo a su país, fue la repentina muerte en 1972 de su amigo y compañero Joseph Cornell. Aunque entre ellos había una diferencia de edad importante, formaban una buena pareja porque ninguno estaba interesado en el sexo.

Cuando llegó a Tokio ingresó en la clínica psiquiátrica, hasta hoy. Aunque no ha alcanzado la estabilidad mental deseada, por fin consiguió su añorada reputación artística. Llegó en 1989, cuando la artista acababa de cumplir 60 años (casi a la edad de la jubilación), gracias a una retrospectiva que organizó la comisaria Alexandra Munroe en el Centro de arte contemporáneo de Nueva York tras rastrear su obra y después de que un amigo japonés le hablara de ella. Entonces todo cambió y hoy Yayoi Kusama es, probablemente, la artista femenina viva más famosa del mundo.

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