El pasado 2 de mayo, los 11.500 guionistas, aproximadamente, que forman parte del Writers Guild of America (WGA), el Sindicato de Guionistas de Hollywood, iniciaron una huelga cuyas consecuencias futuras aún son difíciles de adivinar.
Esta huelga es la interrupción más larga de la producción de cine y televisión estadounidense desde la pandemia de covid-19, pero si sigue en pie el día 3 de octubre (lo que desconocemos aún al cierre de la edición de esta revista) se convertirá también en la más larga de la historia de esta asociación sindical, superior a los 154 días de huelga que se contabilizaron entre el 7 de marzo y el 7 de agosto de 1988. Si tenemos en cuenta, además, que el 14 de julio se sumaron a la huelga los 160.000 profesionales pertenecientes a la Screen Actors Guild–American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA), la Federación Americana de Artistas de Radio y Televisión, estamos ante una “tormenta perfecta”: un descalabro económico para la economía californiana, según un informe de Milken Institute, que a principios de septiembre se cuantificaba en una cifra superior a los 5.000 millones de dólares.
La primera huelga conjunta de actores y guionistas en sesenta años ha paralizado la mayoría de las producciones de Hollywood, lo que ha repercutido en los servicios de catering, tintorerías, chóferes, empresas de alquiler y todo tipo de pequeñas empresas que trabajan para la industria, según dio a conocer Kevin Klowden, director de estrategia global del Milken Institute, un organismo estadounidense de expertos económicos. Cuando la huelga de guionistas alcanzaba ya los cuatro meses, el coste para la economía californiana más que duplicaba los 2.100 millones de dólares de la última gran huelga que tuvo lugar en Hollywood durante los 99 días que duró la que se fraguó entre el 5 de noviembre de 2007 y el 12 de febrero de 2008.
Repercusiones en España
En España la situación es muy diferente, por las diferencias de tratamiento legal sobre el trabajo de los guionistas que existen entre España y los Estados Unidos. Según Curro Royo, vicepresidente de la sociedad de gestión DAMA (Derechos de Autor de Medios Audiovisuales) y miembro del equipo de guionistas de series como Médico de familia, Periodistas, Cuéntame como pasó o Las aventuras del capitán Alatriste (y responsable de la versión como serie de televisión de Como agua para chocolate, para HBO Max que empieza ahora a producirse), “lo que en EE UU se consigue por vía sindical, aquí se consigue por vía legal. Allí el sistema de sindicación es fortísimo: quien ejerce sin estar sindicado jamás podrá entrar a trabajar en una gran producción. Aquí, sin embargo, no tienes que estar sindicado para ejercer de guionista, pero tenemos, en cambio, una legislación que, sobre el papel, es de las más potentes del mundo en la defensa del derecho de autor. Allí el que paga la obra es el dueño del copyright, mientras que aquí el derecho de autor es irrenunciable e intransferible y nosotros acompañamos a nuestra obra toda la vida, a través del uso que se hace de la obra”. Ante la situación que se está viviendo en Hollywood, Royo considera que su lucha está siendo positiva también para los guionistas españoles, porque “hemos ganado en visibilidad”, explica. “Nuestros problemas son muy parecidos, con la diferencia de la escala; aquí también sentimos la amenaza de la Inteligencia Artificial, porque a la velocidad que vuela la tecnología esa amenaza ya es real, porque se podrán generar sinopsis o guiones sin autoría de nadie”, añade.
Otro prestigioso y veterano guionista que considera positivas las repercusiones que la huelga puede tener en España es Joaquim Oristrell, guionista de películas como Bajarse al moro, El efecto mariposa o Boca a boca y guionista y director de Dieta mediterránea o ¿De qué se ríen las mujeres?, y de series de televisión como Cuéntame cómo pasó, Chicas de hoy en día o HIT. En su opinión, “todo plante de cualquier colectivo por sus derechos es positivo. Norteamérica nos queda muy lejos, en cuanto a salarios, condiciones y tiempos de trabajo, pero les miramos con mucho interés. Nuestra situación, desde luego, no es mejor que la que tienen los estadounidenses, pero su influencia es muy superior a la podríamos generar en España si se planteara una huelga. No estoy diciendo que tengamos que plantear una, pero sí hay que constatar que muchos de nosotros tenemos condiciones que son, en muchos casos, leoninas, como que, por ejemplo, no nos lleguen los derechos de autor de las plataformas como Disney o Netflix, aunque sí nos llegan los de las generalistas”, asegura.
Consultado al respecto sobre esta circunstancia, Iban García del Blanco, eurodiputado por el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en la Eurocámara y portavoz de asuntos jurídicos, asegura que “si eso es cierto, los guionistas, a mi entender, están en disposición de reclamar judicialmente ese pago de derechos, porque si las plataformas se niegan al pago argumentando que en su territorio no existe ese pago, estarían incurriendo en fraude de ley, ya que lo que se reclamaría es lo que sucede en el territorio europeo”.
Otro aspecto sobre el que ha surgido debate es la posibilidad de que la huelga de guionistas produjera algún tipo de beneficio colateral inesperado en terceros países, si se llegara a producir un repentino desabastecimiento de producciones estadounidenses, si se hubieran emitido ya todas las que se guardaran en “nevera”. Esta es una circunstancia que, según Joaquim Oristrell, en ningún caso podría considerarse como relevante. “Sí veo factible, hipotéticamente, que puedan plantearse contar con producciones de otros países”, opina. “Pero el público estadounidense quiere ver productos hechos en su país. El éxito de series como La casa de papel, española, o El juego del calamar, coreana, no deja de ser anecdótico. Pero sí me parecería indecente que se intentara cubrir ese hueco de programación, si se llegara a producir, con producciones en las que figuráramos guionistas españoles. Yo me sentiría esquirol. Los estadounidenses están luchando por los derechos de un colectivo completo y es la lucha de siempre: la del trabajador contra la empresa que quiere obtener el máximo beneficio con el menor desembolso. La industria es industria y necesita mentalidad empresarial, pero el talento es lo que mueve la industria”.
Uno de los más importantes productores cinematográficos españoles, Andrés Vicente Gómez, coincide con Oristrell en la valoración del conflicto y sus repercusiones para la industria española. “Es posible que algún proyecto en particular sobre el que se dudara sí pudiera beneficiarse, pero, en cualquier caso, no sería nada cuantitativo. Yo querría aclarar que la huelga no es contra los productores, sino contra las plataformas. En las precipitadas informaciones que emiten las televisiones se tergiversa. Si acaso, la huelga sería contra ‘las productoras’, a las que los productores vendemos producciones… Realmente, quien más está sufriendo la huelga, fuera de EE.UU. son los ingleses: la industria británica está paralizada, porque son muchos los guionistas británicos que están afiliados a los sindicatos estadounidenses. Aquí, a quien afecta es a Javier Bardem, que no ha podido ni acercarse a recibir el premio Donostia 2023, porque también está afiliado al sindicato estadounidense de actores. Yo no creo que la huelga vaya a durar mucho más –añade– y lo que deseo es que se acabe pronto y de una manera amigable para todos, porque los huelguistas están arriesgando mucho en este plante y sus reivindicaciones son justas”, concluye.
Quien aporta un punto de vista pesimista sobre la situación actual es Carlos Sanandrés, guionista de diversos formatos televisivos desde programas de entretenimiento a magazines, autor de los guiones del concurso Eufòria en TV3 y Juego de cartas, la versión nacional del exitoso Joc de cartes de TV3, que presentará en breve Alberto Chicote en laSexta. Sanandrés afirma sentirse preocupado por la duración de la huelga, ya que puede producirse en España “un fenómeno de contagio; no en el sentido de que se produzca aquí una huelga, porque el mercado es aquí tan precario que la huelga no se va a producir, pero sí tengo miedo de que si las plataformas son capaces de sobrevivir con menos estrenos de los que solían ofrecer, pueden acabar con la edad de oro que se está viviendo en España: si los beneficios se mantienen estables con menos producciones, pueden terminar afectándonos a nosotros, si recortan el número de producciones que se están realizando. Además, tenemos que diferenciar entre televisión generalista y plataformas: el formato tradicional de televisión generalista está sufriendo una crisis importante de audiencia, pero las producciones para plataformas están viviendo, en cambio, en España, su edad de oro, tanto en producción de series como en lo que se llama unscripted, entretenimiento sin guión, como son por ejemplo los concursos, los talent-shows o los realities, programas como Gandia Shore o Amor con fianza”, concluye
Abocados a la precariedad
Carmen Fernández Villalba, guionista de más de una veintena de series de televisión, que está desarrollando actualmente para Brutal Media Historias de mujeres casadas , cree que “en España vivimos en una paradoja: estamos en un momento de expansión gracias a la profesionalización y consolidación de nuestra industria, pero vivimos en una precariedad absoluta y somos –además– el aspecto más barato de una producción: el papel es lo más barato y muchos productores no parecen querer darse cuenta de que cuanto más y mejor cobre un guionista mejor será la producción”.