Mientras lo dejamos en más que un pequeño desorden profesional en Italia la semana pasada, Ye, el artista antes conocido como Kanye West, se enfrentó a una elección, propuesta por la provincia de Reggio Emilia, de posiblemente dar su (rumoreado) concierto este viernes, 27 de octubre. La primera fecha elegida, el 20 de octubre, fue considerada por la administración local demasiado rápida para haber sido ejecutada con seguridad. A medida que el reloj ha ido avanzando y echando por tierra este último día, en el bando de Ye/West ha habido y sigue habiendo poco o ningún movimiento público significativo hacia la realización del concierto (al que se calcula que asistirán entre 80.000 y 100.000 personas).
En términos sencillos de producción de conciertos masivos, a pocos días de este (propuesto) evento, en el momento de redactar este artículo no hay preventa, una circunstancia de marketing muy inusual y normalmente perjudicial en el trabajo de llenar recintos gigantescos, como el RCF Arena de Reggio Emilia. Los fans de Ye’s pueden esperar que varios miles de biglietti (entradas) vayan apareciendo online a medida que avance la semana, pero, según un mensaje del 22 de octubre de la agencia de noticias italiana Agencia Nazionale Stampa Associata (ANSA), cualquier expectativa realista de que un concierto de esta envergadura pueda organizarse para este viernes disminuye por momentos. Repito: cada hora que pasa. Aún no está claro si la organización Ye/West, tal como es, ha encontrado tiempo siquiera para responder a la oferta de los administradores regionales de la fecha del 27 de octubre.
Como ya se ha señalado en este espacio, los italianos han experimentado la decididamente extraña residencia estival de Ye y su esposa italoamericana, Bianca Censori. Pero rumorear un concierto para unas cien mil personas y luego, a trompicones, no hacer lo necesario para llevarlo a cabo es un juego de escondite diferente al que los italianos están acostumbrados a esperar de cualquiera.
Hace tiempo, el artista comprendió la ecuación básica de la música y la celebridad, a saber, que existe un poderoso «contrato» tácito entre el artista y el público. Una parte importante del contrato es que el afecto y la lealtad de los fans hacia tal o cual artista debe devolverse, en especie, a esa base de fans. Hay que hacer un esfuerzo por y para la gente que te paga.
Por desgracia, la confusa hoja de ruta que Ye/West ofrece ahora a su público parece indicar una serie de problemas más profundos, o al menos una especie de secesión más profunda por su parte. Puede ser que, como West ha perdido tan claramente el afecto por otros elementos de su vida –su negocio de moda, por ejemplo– y los ha abandonado decididamente, también haya perdido el afecto por su público, o como mínimo ha perdido el afecto por el contrato implícito entre artista y público.
Por su parte, los italianos –en forma de la Italia oficial y de la prensa italiana– parecen estar perdiendo por fin la paciencia con el teatro a este nivel, con tanto en juego. Es decir, incluso si la comunicación de Ye/West o de su equipo de producción sigue siendo la de no dialogar con las autoridades que controlan el lugar, ese capricho prolongado, sea cual sea el motivo que lo justifique, constituye un insulto extraordinario a sus anfitriones, que han puesto a su disposición un lugar de dimensiones considerables. A juzgar por el tono del comunicado de ANSA del 22 de octubre sobre la situación, los italianos siguen adelante. Habrá otra reunión de la provincia de Reggio Emilia en relación con la fecha del 27 de octubre, pero, por decirlo diplomáticamente, la realización de este viernes como fecha viable para el concierto parece estar en proceso de ser desmenuzada por el propio artista.
Los milagros ocurren, los dei ex machinae bajan flotando y salvan el día, y sería muy bueno para Ye/West que eso ocurriera ahora. Para ello tendría que estar a la altura de las expectativas, que en la actualidad son muchas, y realizar una actuación. Parece que la gente sigue queriéndole en el escenario. Pero en este caso, parece como si el objetivo de todo el ejercicio de organizar una actuación estuviera, en la mente de su progenitor, en otro lugar completamente distinto; que el resultado nunca estuviera destinado a ser un concierto totalmente realizado. En su lugar, el acto de un intento desvinculado como éste parece cada vez más una de esas construcciones evanescentes fabricadas para demostrar algo al artista o para él.
Conclusión: si esta semana los administradores de Reggio Emilia no pierden la paciencia y ofrecen a Ye/West otra fecha, aumentarán las posibilidades de que se organice una representación real. Pero no está nada claro si Ye/West respondería positivamente.