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Un vuelo de Atlanta a Barcelona regresa al origen por la diarrea de un pasajero: esto es lo que cuesta devolver un avión

Más allá de la anécdota y hasta las bromas por la incontinencia de un pasajero que volaba entre Altanta y Barcelona, estas situaciones inesperadas tienen un importante coste para las aerolíneas

Delta lleva volando entre Atlanta y Barcelona desde enero de 1992. En estos 30 años, el enlace que une el aeropuerto más transitado del mundo con el de El Prat de Llobregat no ha destacado por nada especial. Este vuelo transatlántico de unas ocho horas suele ir ocupado por un buen numero de viajeros que embarcan en Barcelona en cruceros por el Mediterráneo, también suelen usarlo turistas estadounidenses que empiezan su tour en el continente por la capital catalana y es ocupado todo tipo de pasajeros que viajan entre Estados Unidos y Europa por trabajo, ocio o motivos familiares en las cabinas de business o turista según su presupuesto, intereses o tipo de viaje.

 Actualmente en casi todos los Airbus A350 de esta compañía hay tres tipos de acomodación: Económica, con 226 asientos, Delta Premium Select, con 48 plazas con mayor espacio que los anteriores y Delta One, con 32 asientos-cama que tienen consideración de suite. Y fue precisamente un Airbus A350 de la compañía el que se convirtió en noticia el pasado viernes, 1 de septiembre.

La diarrea de un pasajero fue tan notable que, alarmado por la tripulación de cabina, el comandante del vuelo decidió dar media vuelta antes de sobrevolar Richmond, Virginia, y empezar a sobrevolar el Atlántico rumbo a la península ibérica. Comunicando con el centro de control de zona, el piloto comentó que el vuelo 194 no iba a seguir a destino. En su mensaje por radio indicó que en el avión quería regresar al aeropuerto de Atlanta porque había “riesgo biológico”, aunque enseguida concretó la razón “hay un pasajero extendiéndola por todo el avión”. La conversación la captó y grabó un aficionado a la aviación a través de Live ATC, una web y aplicación en la que se pueden escuchar las comunicaciones de radio entre aviones, torres y centros de control. Este caso en el Delta 194 fue, obviamente, uno de los bombazos del día.

Tiempo de vuelo

El avión programado para el DL194 del 1 de septiembre era el matriculado N570DZ, uno de los 27 A350-900 que tiene la compañía en su flota. En este caso, entre 2016 y 2021 el aparato había volado para la brasileña Latam y la Catarí Qatar Airways. El primer Atlanta-Barcelona de septiembre salió con dos horas de retraso. El avión había llegado cinco horas antes desde Atenas sin novedad. La verdadera novedad llegaría con un pasajero del vuelo posterior: tras despegar a las 20:45, hora local, el A350 tomó rumbo noreste, aunque en la cabina de pasaje uno de los viajeros no llegó al baño en los primeros compases del viaje, dejando un rastro de diarrea a lo largo de 15 filas del pasillo izquierdo del Airbus.

En el mundo médico todo está pautado y existe una clasificación científica llamada ‘Escala de heces de Bristol’. Al contrario que otros descubrimientos, enfermedades o avances, esta escala no lleva el apellido de un médico o un científico, sino que fue bautizada a finales de los 90 con el nombre del hospital universitario donde se trabajó en la escala: el Bristol Royal Infirmary. Los profesores Stephen J. Lewis y Kenneth Heaton, padres del estudio, declinaron pasar a la historia poniendo sus apellidos a una escala de heces.

La del pasajero del Delta era una del tipo 7, totalmente líquida, lo que, a criterio de la tripulación de cabina y técnica, hizo conveniente no seguir adelante y el avión volvió a tomar tierra en Atlanta casi dos horas más tarde. Buena parte del pasaje siquiera se enteró de la razón real de la interrupción del vuelo, pues por prudencia, el comandante no fue tan concreto informando al pasaje de la razón del regreso. Las causas las descubrieron durante el desembarque. 

Limpieza y costes

Ante la imposibilidad de disponer de otro A350 operativo, se decidió someter al avión a una limpieza exhaustiva, comprobando, además que no había ningún peligro sanitario para volver a volar en él. Finalmente, el Delta 194 despegó con ocho horas de retraso rumbo a Barcelona. A bordo viajaban los mismos pasajeros. Se ignora si el pasajero causante del desvío también embarcó o bien se quedó en tierra. Quienes si regresaron a su casa fueron los tripulantes del vuelo interrumpido, puesto que por normativa no podrían acumular tantas horas de actividad en su trabajo.

La normativa estadounidense es mucho más laxa que la de la Unión Europea en materia de compensación por retrasos, aun así, contempla que las compañías abonen ciertas cantidades a sus pasajeros afectados, como comidas, bebidas o alojamiento en casos excepcionales, además de un pago a criterio de las aerolíneas. En este caso, la aerolínea dio un bono de 200 dólares, unos 190 euros, a cada uno de los 300 viajeros del avión como compensación. Un crédito para usar únicamente en vuelos de la compañía. 

Ese bono, que sería de unos 57.000 euros, se tiene que sumar a los costes de las horas de vuelo efectivas del Airbus, que en el caso de Delta la consultora estadounidense Air Insight Group calcula en 40.000 dólares (20.000/hora de vuelo), serían unos 37.325 euros. Si a eso se le suma el combustible consumido en la larga espera en tierra, la activación de una nueva tripulación, con sus dietas, los pagos extra de tasas en Atlanta y el control aéreo, los costes globales de esa diarrea de escala 7 han supuesto para Delta Airlines algo más de 100.000 euros.