Entre el desierto y el golfo Pérsico ha brotado la ciudad del futuro. Una urbe de acero, asfalto y cristal capaz de desafiar el mismo tiempo. Este se detiene a doscientos metros de altura cuando los cuarenta grados de temperatura se alivian al sumergirnos en la piscina panorámica que muestra lo que estamos a punto de descubrir con el permiso de la calima. Pero “no hay prisa”. Parece el lema del Aura skypool donde hemos venido a parar para tomarle el pulso a Dubái. O más bien el tempo. Parece haberse acelerado en las últimas décadas, empeñado el emirato en situarse en la cumbre del lujo y la sofisticación a golpe de talonario, de innovación y de récord Guinness. No es baladí. Convertir un arenal abrasado por el sol en la ciudad del futuro tiene mérito, pero transformar un pozo petrolero en una joya turística, aún más.

Dubái ha sido elegida como el destino mundial número 1 en los premios Travellers’ Choice de TripAdvisor por segundo año consecutivo. “Este reconocimiento respalda el objetivo de la Agenda Económica de Dubái D33, recientemente lanzada, de consolidar el estatus de Dubái como uno de los tres principales destinos del mundo para el turismo y los negocios”, según Turismo de Dubái. En cifras: la ciudad ha recibido 12,82 millones de turistas internacionales entre enero y noviembre de 2022 y el objetivo es llegar a los 40 millones para 2031.

Pero no todo funciona a velocidad hipersónica en la metrópolis más flamante de los Emiratos Árabes Unidos. Ponemos rumbo a Oriente Medio para descubrir los locales de moda que marcan el nuevo tempo de Dubái y los lugares que veneran el antiguo.

El aura del emirato

Volvamos al principio. Imagine una hamaca, la suya; un cóctel y el ritmo deephouse con trazos étnicos que envuelve el ambiente mientras, uno tras otro, van llegando unas sliders de wagyu, un yakitori de gambas de Singapur o un nigiri de atún como elenco de platos panasiáticos que componen la propuesta gastronómica del lounge Aura. Su lema: “la infity pool más alta del mundo”. Nadamos por las aguas cálidas de esta piscina panorámica en un recorrido de 360 grados por el perímetro del piso 50 de The Palm Tower. Muchos influencers y aspirantes pueden buscar spots para dejar pasar el tiempo con unas vistas privilegiadas del skyline de la ciudad. Nosotros lo hemos encontrado.  Su precio: desde 162 euros el día completo.

Cada esquina revela un nuevo escenario de esta urbe capaz de desafiar las leyes de la física. Contemplamos la silueta de la gigantesca isla artificial The Palm Jumeirah, justo debajo, un capricho de la ingeniería que ha sido capaz de concebir un islote con forma de palmera gigante sobre el golfo Pérsico. También divisamos el complejo residencial de La Marina, donde cada día amarran cientos de yates y cada noche aparcan decenas de Ferrari y Lamborghini. La puesta o salida de sol es todo un acontecimiento en el Aura, que se celebra como un triunfo mientras nadie parece preocupado de los problemas terrenales desde aquí arriba. Pero si hablamos de alturas y de placeres verticales, hablamos de Burj Khalifa, que aparece entre la bruma arenosa, nuestra siguiente parada.

Burj Khalifa, límite vertical

Hablamos del rascacielos más alto del mundo, una estructura futurista que se eleva a 828 metros de altura. Pronto descubre el viajero que hablar de récord Guinness en Dubái no es novedad. Sin embargo, Burj Khalifa no es sólo un edificio, es una ciudad dentro de otra. O el culmen vertiginoso del Downtown dubaití. En este microcosmos vertical encontramos el Dubái Mall en su base, un centro comercial que ocupa 111 hectáreas y ofrece al visitante un recorrido por más de 1.200 tiendas donde no podían faltar las firmas más punteras. Cuenta además con un acuario, el parque temático SEGA, 22 salas de cine y un zoo submarino además de incontables cafés, restaurantes y espacios de entretenimiento indoor para quien necesite huir del calor sofocante.

Uno de los espectáculos más populares hoy en día en Dubái es el de presenciar el festival de luces y de música que acompaña el despliegue acuático de su fuente. En otras palabras; una coreografía de chorros que superan los 150 metros de altura al son de la música o una mezcla entre elegancia y horterada difícil de distinguir, pero siempre digna de presenciar. Así es Dubái.

Pero sin duda, lo que merece un capítulo en el viaje al emirato es subir hasta el observatorio At the Top, el más alto del mundo (faltaría más), dispuesto en una gran terraza situada en el nivel de 124 º del Burj Khalifa.

El restaurante bajo el mar

Saciados los placeres verticales, descendemos a las profundidades. ¿Para cenar? El restaurante Ossiano. Su sede: el Hotel Atlantis. Este peculiar cinco estrellas, ubicado en el extremo de The Palm Jumeirah, pretende sumergir al huésped en los dominios del rey Neptuno y su mayor baza para conseguirlo es este Estrella Michelin que aparece en la lista de deseos de todo buen foodie. Descubrimos por qué.

El célebre chef Gregoire Berger ha vuelto al timón del restaurante para instaurar su alta cocina progresiva que rinde homenaje a las riquezas del océano y de las costas de todo el mundo. En palabras del chef: “Esperamos llevar a los huéspedes a un viaje inmersivo y emocional”.

Los comensales son arrastrados desde el momento en que llegan a este espacio situado a diez metros de profundidad y en mitad de uno de los acuarios más grandes del mundo. Imagínese cenar rodeado por cientos de tiburones. De esta forma, el entorno oceánico envuelve a los 50 comensales que se dan cita en Ossiano.

El menú de degustación de nueve a once olas de Ossiano se guía por el respeto de toda la vida de Berger por la estacionalidad, el terroir y los productos del mar, todos ellos obtenidos de manera sostenible a un máximo de cincuenta kilómetros de la costa. Desde Bretaña a los puertos más lejanos. Los recuerdos de viaje e infancia de Berger son los protagonistas en el menú Metanoia con elaboraciones fantasmagóricas como Vuelta a donde la bruma se encuentra con el mar; La vida empieza al final de la zona de confort o En el camino de la nostalgia. “Este menú combina mi pasión por obtener de manera sostenible los mejores productos de nuestros océanos con mi amor por contar historias y desafiar los sentidos”, palabra del chef.  Precio: desde 275 euros.

El Museo del Futuro

Este espacio museístico abrió sus puertas el pasado año para transportar al visitante a un viaje en el tiempo hasta el año 2.071. El Museo del Futuro (MOTF) se ha convertido en una de las señas de identidad del nuevo Dubái, emplazado en un complejo arquitectónico de vanguardia proyectado por Shaun Killa, de 1.024 piezas de acero que componen este puzle sin pilares y de forma ovoide, con revestimiento de caligrafía árabe que hace de ventanas de cristal que dejan pasar la luz del exterior. En su interior, indagamos entre sus diversas estancias interactivas que exploran la posible evolución de la sociedad en las próximas décadas mediante la ciencia y la tecnología.

Un “museo viviente” que incorpora elementos de exposiciones tradicionales, teatro envolvente y atracciones temáticas sobre el futuro de los viajes y la vida en el espacio, el cambio climático y la ecología, la salud, el bienestar y la espiritualidad.

El beach club y el verano sin fin

Dubái no tiene las playas del Caribe ni las de la Polinesia Francesa, pero sí beach clubs. Y bien valen un hueco en su agenda, ya sea en una parada de conexión en este hub o en una escapada en condiciones a los Emiratos Árabes. Uno de sus templos es el Drift Beach Dubái que, desde su apertura, se ha convertido en otro punto magnético para la jetset y los buscadores de tendencias.

Entramos en uno de los destinos de playa más elegantes de la ciudad, que se presenta al huésped con su ambiente sosegado, sin multitudes y un diseño acogedor con trazos orgánicos donde el relax se convierte en dogma y el disfrute en obligación. Se encuentra en el hotel One&Only Royal Mirage en Al Sufouh. Además de su piscina con vistas al puerto deportivo de Dubái y su largo arenal, de sus tumbonas donde perder la noción del tiempo y de sus sesiones de chill out, destaca la propuesta gastronómica de su restaurante. ¿A qué sabe? A ingredientes frescos que dan lugar a elaboraciones sencillas con recuerdos de la Provenza francesa maridadas a la perfección con el innovador menú de cócteles a cargo del mixólogo Ruslan Svezhenko. Hablamos de uno de esos rincones para desaparecer o para dejarse ver. Usted decidirá.

Old Dubái

Nos despedimos por un momento de tanto lujo y sofisticación para explorar las entrañas del antiguo Dubái. La ciudad nació como un puerto de venta de perlas en torno a su ría y es ahí donde iremos para encontrar su esencia escondida en el bazar. Empezamos el recorrido en el distrito de Al Fahidi que protege el barrio histórico del emirato y que toma el nombre del fuerte construido en el siglo XVIII, hoy convertido en Museo de Dubái.

En el distrito de Al Seef, en el entorno de la ría, se combina una zona con edificios históricos con otra con contemporáneos mientras vamos encontrando diferentes zocos como el de las especias, el de textiles y el de oro o la meca del regateo del golfo Pérsico. Es obligado tomar una barcaza para cruzar el canal Abra y acudir al Arabian Tea House para probar la auténtica gastronomía de la zona en propuestas como el manakish (pizza árabe) o el luqaimat (buñuelos crujientes).

Pero si hablamos de buscar la esencia más primigenia de Dubái, pondremos rumbo al desierto. No olvidemos que la ciudad está atrapada entre las aguas del golfo Pérsico y Rub al-Jali, el quinto desierto más grande del mundo, con 650.000 km2.

Nos aventuramos a explorar este entorno remoto dominado por el oryx, el antílope protegido que se alza como símbolo nacional, en un recorrido en 4×4 a cargo de la compañía Platinum Heritage. En este safari de lujo además de recorrer el desierto y descubrir su biodiversidad, visitaremos un campamento beduino donde probar la cocina, la música y las danzas locales entre las diferentes tradiciones de esta tribu nómada escondida entre las dunas.