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Tres consejos magistrales para convertirse en el mejor orador en público

Mucha gente considera a los oradores TED como el patrón de oro de los oradores públicos. Sus comentarios pueden ser humorísticos, conmovedores, informativos o las tres cosas a la vez. Además, algunas de sus presentaciones se realizan de tal forma que sus oyentes (tanto en persona como en línea) parecen estar siempre atentos a cada una de sus palabras.

Aunque la mayoría de los líderes no llegan a hablar en el escenario de TED, cautivar a la audiencia y persuadirla para que apoye sus objetivos requiere cierto nivel de habilidad para hablar en público. Según el coach de oratoria DK –licenciatario de TEDx Wellington y que imparte clases magistrales de narración para ejecutivos– se puede mejorar perfeccionando tres elementos fundamentales de una presentación memorable: credibilidad, gracia y resonancia.

La credibilidad se reduce a si las historias que comparte son creíbles. A continuación, la gracia se refiere a cómo transmite esas historias: su entonación, los puntos de tensión, las pausas, los gestos e incluso la eficacia de sus materiales de presentación. El tercer elemento, la resonancia, plantea la pregunta: «¿Resuena emocionalmente mi presentación con el público?».

Los tres elementos pueden resumirse como sigue:

· ¿Qué está diciendo?

· ¿Cómo lo está diciendo?

· ¿Cómo impacta a la gente?

«Todos estos elementos combinados hacen una gran presentación en cualquier contexto», afirma DK. Sin embargo, cree que las personas que tienen dificultades para hablar en público a menudo necesitan trabajar en uno o dos de los elementos, pero no en los tres. «Muchos directores generales o altos dirigentes tienen mucha confianza al hablar en público, pero no son grandes narradores», dijo, aludiendo al elemento conocido como resonancia.

Sin embargo, los tres elementos fundamentales de una buena presentación son tan cruciales para las reuniones a través de Internet o los seminarios web en línea como para hablar cara a cara en conferencias presenciales. Por desgracia, DK señala que la gracia tiende a menudo a echarse por la ventana cuando se presentan utilizando medios digitales.

Si los líderes quieren mejorar su oratoria, primero deben adaptarse al medio. Gran parte del trabajo de DK consiste en ayudar a los ejecutivos a convertirse en mejores oradores públicos en medios digitales. Imparte clases magistrales sólo sobre este tema.

Una de las cosas que más le molestan a DK es la pantalla compartida. Observa que cuando un presentador comparte su pantalla, a menudo desaparece detrás de la diapositiva, para no volver a ser visto. En muchos casos, recurren a leer de un guión preparado –o peor aún, a utilizar viñeta tras viñeta en una diapositiva– y los oyentes acaban perdiendo todos los aspectos humanos de la presentación. Como resultado, su interés decae de forma drástica y se pierden cualquier información o conocimiento relevante que supuestamente se intentaba impartir.

«Nosotros, como humanos, como otros humanos», señaló. «Somos kinestésicos; nos gusta sentir las cosas. Así que, si estamos en casa, en un entorno 2D, y alguien está intentando contarnos cosas, y puedes oírle leer sus aburridas diapositivas –y ni siquiera están en la pantalla–, no puedes ver su emoción para reflejarla».

Todos hemos pasado por eso, especialmente desde marzo de 2020. Cuando el mundo se pasó de la noche a la mañana a Zoom, Microsoft Teams y Google Meet, el número de presentaciones aburridas o de presentadores que optaban por escurrir el bulto de una diapositiva y su enloquecedor número de viñetas –sólo para que sus rostros se contrajeran en un diminuto recuadro en la esquina superior derecha– se convirtió en el epítome de los líderes hazmerreír. Y lo que es peor, perdimos toda emoción en el proceso.

DK anima a los líderes a los que entrena a utilizar herramientas como Elgato Stream Deck, que les permite compartir sus pantallas sin desaparecer detrás de las diapositivas. Además, la tecnología les permitirá alternar entre sus diapositivas y el feed de su cámara o dividir su feed en dos para poder ver ambas cosas al mismo tiempo.

Estoy de acuerdo con DK en este punto. Utilizo mmhmm desde el principio de la pandemia y ha cambiado por completo mi estilo en lo que se refiere a las keynotes virtuales. Cuando se utiliza junto con una pantalla verde física (y una gran iluminación), la experiencia mmhmm es algo digno de contemplar. (Eche un vistazo a este breve clip en el que aparezco entrando como Scotty en una keynote virtual para un cliente en el USS Enterprise, por poner un ejemplo).

El segundo consejo de DK es adaptar su oratoria a la audiencia. «Es una experiencia muy diferente subirse al escenario delante de 800 personas que no conoces en una conferencia que hablar ante tu junta directiva, con la que tienes una relación más profunda, en una sala tranquila», dijo.

Al igual que usted adaptaría su presentación a las preferencias, intereses y necesidades de su junta directiva, DK recomienda adaptar los discursos en un escenario más grande a la audiencia.

Por ejemplo, cuando a DK le contratan para un discurso, le gusta hacer a los organizadores un par de preguntas sobre el público. Quiere conocer los datos demográficos y los puestos de trabajo del público, pero también su experiencia con el tema. Esta información le permite crear un discurso valioso con el que el público pueda conectar.

El tercer consejo de DK para lograr un discurso más impactante es humanizar su narración. Añadir un elemento humano proporciona un vehículo para la tensión emocional en su narración. El factor humano puede ser usted, el usuario final, o una persona con experiencia vivida.

DK sugiere inyectar una emoción extrema –una negativa o una feliz– para ver qué sucede. «El peor lugar en el que puedes estar en ese espectro lineal de emociones cuando cuentas historias es el medio, que yo llamo la zona ‘meh’«.

Si se elige a sí mismo como elemento humano, es esencial encontrar un equilibrio entre humanizar su discurso y hablar demasiado de sí mismo. Devuelva la cuestión al público para que sea relevante para la historia. «El público necesita verse reflejado en ella. Las grandes películas hacen preguntas que resuenan en lo más profundo de tu espíritu y de tu alma. Eso es lo que te deja con ese tipo de sensación de hormigueo», dijo.