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Cómo Paco Rabanne incrementó su negocio

Esta es la historia de la firma de moda que nació para hablar de extravagancias y tuvo un importante admirador convertido en inversor.

Fue en 1966 cuando el diseñador español Paco Rabanne [1934-2023], de nacimiento Francisco Rabanera Cuervo, hizo desfilar por la pasarela de la capital de la luz un total de 12 vestidos imposibles de llevar, los conocidos ’12 unwearable dresses’. En ese momento, muchas mujeres quedaron prendadas de su visión extravagante y rompedora del sector de la moda, tal vez, por su rechazo a tejidos como la seda y el satén, y su apuesta por prendas confeccionadas en metal o plástico.

En una época donde todavía lo establecido marcaba la regla del streetstyle, este diseñador provocó el cambio y, junto a su homónimo parisino Pierre Cardin, ambos creativos hicieron de este sector un foco en el que fijarse para hablar de nuevos comienzos. Algo estaba pasando y sólo acaba de empezar.

Por su sencillez de miras, pero extravagancia en diseño, Paco Rabanne llamó la atención de uno de los gigantes empresariales más reconocidos en el sector de la belleza. Puig, la empresa catalana fundada por Antonio Puig en 1914, descubrió en aquella propuesta de vestidos un punto de partida para unir lazos empresariales con la firma de moda, sólo que proponiendo una idea tan rompedora para el sector empresarial como fue esta colección para la moda. Juntos darían forma a una línea de perfumes.

Y así, en 1969, salió al mercado la primera fragancia femenina de Paco Rabanne: Calandre [cuyo significado en francés es ‘rejilla del radiador del coche’], que fue ideada en torno a una intensa y sorprendente nota tan metálica como floral. Para el lanzamiento del primer perfume masculino, ambas marcas tuvieron que esperar hasta 1973, cuando revolucionaron la perfumería con Paco Rabanne Pour Homme.

Desde entonces y hasta la actualidad Puig ha sabido trasladar el ADN de Paco Rabanne en cada una de sus fragancias y convertirlas en objetos de enorme éxito. Su aroma reconocible sigue haciendo de ellas un auténtico icono de marca que años más tarde –cuando el diseñador español tomó la decisión de retirarse a su casa de de Portstall, en Finisterre [donde ha perdido la vida, tal y como ha informado Le Télégramme]– Puig volvió a valorar con la intención de comprar la marca al diseñador para unificar ambos universos: la belleza y la moda.

Con un Paco Rabanne retirado de escena, Puig se convirtió en propietario de las divisiones de moda y fragancias de la firma. A partir de este momento, procedió a crear y lanzar una serie de fragancias de enorme éxito, comenzando con la licencia de XS, una provocadora oda al sexo y al rock and roll. Este éxito mundial se repitió más tarde con 1 Million, Lady Million, Invictus y Olympéa. La involucración de Puig con esta marca se formalizó desde los comienzos de Paco Rabanne y se alarga hasta la actualidad. Gracias a este interés, la firma sigue siendo un referente de estilo disruptivo y símbolo de distinción, tanto en pasarelas como en laboratorios.

El mejor homenaje a la figura de Paco Rabanne, sin duda, se lo hizo Puig. Cuando en medio de la vorágine de lo común decidió fijarse, apostar e invertir en una firma que había nacido para hablar de diferencias.

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