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¿Arte o ciencia? Así vemos las obras artísticas y no artísticas

(Izq.) Fuente de Marcel Duchamp, 1917 (vía: Wikimedia Commons).(Drch.) Duchamp fumando delante de la Fuente, Retrospectiva de Duchamp, Museo de Arte de Pasadena, 1963 (Imagen: HAMMOCKMAGAZINE.GE)

Inspirándose en los readymades de Marcel Duchamp, un grupo de académicos europeos se propuso explorar la pregunta «¿Es arte?» en lo que respecta a la ambigüedad y la estética.

El pionero de Dada puso en tela de juicio antiguas suposiciones sobre lo que debe ser el arte y cómo debe hacerse. Evitando la representación de objetos en la pintura, Duchamp comenzó a presentar como arte objetos producidos en masa y a darles títulos.

«Un objeto ordinario [podía ser] elevado a la dignidad de obra de arte por la mera elección de un artista», decía Duchamp.

Partiendo del experimento del artista, los estudiosos se preguntaron concretamente «¿Difieren las percepciones de los espectadores si suponen que están ante una obra de arte en lugar de encontrarse frente a una imagen no artística?«.

Frank Papenmeier (Eberhard Karls Universität Tübingen); Gerald Dagit y Christoph Wagner (Universität Regensburg); y Stephan Schwan (Leibniz-Institut für Wissensmedien, Tübingen, Alemania) presentaron a los espectadores un conjunto de pinturas abstractas ambiguas e imágenes científicas de aspecto similar y les declararon que eran obras de arte o imágenes de publicaciones científicas, con el fin de determinar el impacto en la mirada, el comportamiento y los juicios estéticos de los espectadores.

Los modelos recientes de percepción y juicio estéticos presuponen una estrecha interacción entre los procesos ascendentes y descendentes. Las características de una imagen determinada (como las formas, los colores y las composiciones formales utilizadas para representar objetos, personas y escenas), así como el contexto en el que tiene lugar la experiencia visual, desencadenan el procesamiento de la imagen.

¿Arte o ciencia?

Los expertos realizaron tres experimentos, el primero de los cuales consistió en identificar un conjunto de imágenes enmarcadas que los profanos en arte clasificaron con la misma probabilidad como obras de arte o representaciones científicas. El segundo experimento midió los movimientos oculares de los profanos en arte, así como sus juicios estéticos sobre esas imágenes (obras de arte y representaciones científicas). A un grupo de participantes se le dijo que todas las imágenes eran obras de arte, y a otro que todas las imágenes eran representaciones científicas. Los resultados indican que el tipo de imagen influía en el comportamiento de la mirada más que el encuadre de la imagen.

«Las obras de arte reales provocaron menos fijaciones y más largas, un recorrido de exploración más corto, una menor distancia de las fijaciones al centro de la pantalla y una menor similitud de los patrones de visión entre los participantes», escriben los investigadores en un artículo publicado en Psychology of Aesthetics, Creativity, and the Arts. «Además, las obras de arte reales fueron calificadas como más complejas pero menos significativas que las representaciones científicas, sin diferencias en cuanto a la percepción de la estructura y el agrado. Al enmarcar las imágenes como obras de arte, no se produjeron cambios en la percepción del significado, la complejidad o la estructura, pero sí en la valoración del agrado. Llegamos a la conclusión de que, aunque la dicotomía entre arte y no arte influyó en el comportamiento de la mirada y los juicios estéticos de los legos en arte, esta influencia se debió principalmente a factores ascendentes y no a un esquema cognitivo específico del arte».

Los estudiosos señalan que las obras de arte ambiguas pueden provocar que los profanos se planteen la pregunta «¿Es arte?» y que los espectadores las procesen de forma diferente, dependiendo de si la pregunta se responde afirmativamente o no.

«El patrón de resultados indica que, aunque la dicotomía entre arte y no arte influye mucho en el comportamiento de la mirada y los juicios estéticos de los espectadores legos, esta influencia se debe principalmente a diferencias sutiles en la apariencia visual y no a efectos descendentes desencadenados por un esquema cognitivo específico del arte», escriben los investigadores.